Es una de las grandes voces de la literatura italiana. No solo por contar bellas historias sino para dejar constancia de su moral cívica. "Antes que escritor soy un ciudadano", dice Erri de Luca (Nápoles, 1950). Lo hizo con pasión cuando se opuso a que se perforaran las montañas del Valle del Susa, en el norte de Italia, para dar paso al tren de alta velocidad y llamó a los ciudadanos al sabotaje. A este autor audidacta que trabajó como albañil, formó parte del movimiento extraparlamentario Lotta Continua y fue activista humanitario en la guerra de Bosnia estuvieron a punto de caerle ocho meses de cárcel por ello. Salió absuelto, en medio del apoyo de François Hollande y del Parlamento Europeo. Ha visitado Barcelona para participar en las jornadas Converses en La Pedrera con dos nuevos libros bajo el brazo, 'Historia de Irene', que recoge tres relatos, y 'Sólo ida. Poesía completa', ambos en Seix Barral.

¿Se puede decir que, en su caso, sin el poeta no existiría el narrador? Yo no sé escribir mejor mis páginas de prosa, me entrego totalmente en su escritura. Pero la poesía se me resiste, me detengo mucho antes de alcanzar la satisfacción. Se puedo decir que me aproximo por defecto.

Lorca fue su primer contacto con la poesía. Sí, era un disco que tenía mi padre en el que Vittorio Gassman recitaba 'Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías'. Lo sorprendente es que para mí la escritura era más potente que la voz.

Una cosa más que le debe a su padre. El amor por la poesía. Yo le debo a mi padre los libros. Los guardaba en mi habitación porque no había lugar en casa y como en Nápoles convivíamos con los terremotos cada dos por tres me caían encima.

Es una buena imagen. Sí, un destino sísmico.

En uno de los relatos de 'Historia de Irene' rescata una vivencia bélica de su padre. La supe a través de gente que le conocía porque mi padre era muy remiso a contar las historias de la guerra. No estaba muy orgulloso de haber combatido, fue un periodo maldito de su vida. Si insistías acababa hablando. ¿Le cuento una de esas historias?

Sí, por supuesto. Él estuvo en un regimiento de alpinos durante la guerra y luchó en Albania. Allí aprendió entre otras una canción que yo también canté mucho en mi infancia: ‘De los montes de Grecia baja el Voiussa [un río] / de la sangre de los alpinos está teñida’. Una vez le oí explicar a mi padre lo enormes que eran las truchas en aquel río y cómo un amigo suyo le preguntó si las había pescado, que serían un buen plato. Mi padre se puso tenso y dijo que no. Solo entonces até cabos y pensé en aquellos peces engordando gracias a los cuerpos de los alpinos. Así era mi padre, jamás contaba las cosas directamente.

Un poeta español, Gabriel Celaya, decía que la "poesía es un arma cargada de futuro". ¿Lo comparte? Para mí la poesía del siglo XX es una forma de lucha, de combate. Me gusta pensar en un episodio de la vida de la poeta rusa Ana Ajmatova. Cuenta que mientras esperaba, horas y horas bajo el crudo invierno de Leningrado, visitar a su hijo, preso de los bolcheviques, y sin tener la seguridad de poder verlo, una mujer en la fila, que sabía quién era, le preguntó: '¿Puede escribir sobre esto?' Y ella respondió: 'Puedo'.

Es hermoso. Sí. 'Puedo'. Tan solo con dos sílabas, en italiano, en ruso y en español. Con esas dos sílabas la poesía adquiere la responsabilidad de describir el horror y de aportar una energía suplementaria.

¿En qué modo? Fui amigo de un poeta de Sarajevo, Izet Sarajlic. Durante el sitio quemó su biblioteca en la estufa para calentarse. Quemó primero a los filósofos, luego a los novelistas, el teatro y cuando tenía la intención de quemar la poesía se acabó la guerra y no fue necesario. Quiero pensar que la poesía le aportó alguna caloría más con su simple lectura.

¿Cree en el poder transformador de la poesía? Bueno, la poesía puede sugerir palabras de amor. Puede aportar felicidad.

Pero su función es individual, no colectiva. ¿Es eso? A mí me gusta considerarla un arma de resistencia, pero me temo que sí, que solo sirve individualmente. Lo más colectivo que imagino es que acabe convertida en canción y vaya a dar vueltas por el mundo.

¿Las palabras pueden ayudar ante esa sensación de incerteza a la que nos enfrentamos globalmente? La sensación de incerteza se debe a que la palabra pública se convertido en una palabra publicitaria que sirve para vender el producto y al día siguiente puede ser desmentida y no valer nada. Por el contrario la palabra literaria, filosófica o la palabra sagrada todavía está acompañada de una responsabilidad y es escuchada con mayor atención. En mi caso, cuando me acusaron de incitar a cometer un delito tuve que responder a todas las palabras acusatorias porque no podía permitir que fueran censuradas.

Su defensa al sabotaje fue interpretado de forma literal. No utilicé por capricho la palabra. Yo entendía que la lucha contra esa línea ferroviaria por la que se intenta ganar tres cuartos de hora entre Turín y Lyón, que yo he rebautizado como de modesta aceleración en lugar de alta velocidad, era el sabotaje. No porque se vayan a tirar bombas sino porque con la tenacidad de la gente está logrando retrasar y finalmente impedir esa obra ridícula.

¿El no al referéndum significa algo para el futuro político de Italia? No. Querían cambiar una parte consistente de la constitución y el pueblo ha dicho no. Lo que está muy bien porque hacía mucho tiempo que no se obtenía un 70% de participación. Pero me temo que estamos en el mismo punto en el que estábamos.

¿Cómo valora el ascenso de los partidos neofascistas en Europa? Sus argumentos son defensivos, no tienen imaginación de futuro. Solo hablan de salvaguardar la identidad y creo que están aislados. Fíjese que el más importante partido de extrema derecha europeo, el Frente Nacional francés, el año pasado no consiguió ganar en ninguna macroregión. No creo que el año que viene tengan alguna posibilidad.

¿Y la victoria de Trump no les puede dar alas? Trump es una mina a la deriva para los americanos. Y muchos están tratando de exorcizarlo. Hablan de que algunos de los grandes electores no ratificarán la elección. De 'impeachment'. Otros mencionan la influencia de los 'hackers' rusos. Pero Trump, por suerte, es prisionero de las mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado. No creo que su presidencia vaya a cambiar mucho las cosas.

En Europa nos llevamos las manos a la cabeza con a las declaraciones de Trump respecto a los migrantes, pero tampoco nosotros estamos haciendo gran cosa por los refugiados. No estamos haciendo nada. A veces los italianos salvamos a algunos náufragos en el Mediterráneo, pero no sabemos afrontar el fenómeno.

Usted ha creado una fundación de ayuda a los refugiados. Sí, pero eso es menos que un grano de arena.