Lleva 20 años tras la cámara, pero fue gracias a los thrillers Prisioneros (2013) y Sicario (2015) que el director canadiense confirmó su talento dirigiendo cine de género inteligente y visualmente deslumbrante. Así sin duda será la secuela Blade Runner 2049, que actualmente está rodando. Y así es también La llegada, historia de una lingüista a quien se le encomienda la tarea de aprender a comunicarse con unos visitantes alienígenas.

—No es habitual que una película de extraterrestres centre buena parte de su metraje en un proceso de aprendizaje lingüístico.

—Lo sé. Pero soy un apasionado del lenguaje. Me encantan los diccionarios y disfruto explorando la etimología de las palabras. Y la ciencia ficción que siempre me ha gustado no tiene nada que ver con la que se hace ahora. No soy muy original al decir esto: mis películas favoritas del género son 2001: una odisea del espacio y Encuentros en la tercera fase. Eso, claro, se nota al ver La llegada.

—¿No le preocupó que la película no conectara con el público?

—Sí, de hecho, mi primera versión era más abstracta y decidí hacer cambios. Sentí que tenía que ponérselo algo más fácil al espectador o nadie iba a entender nada. No quiero insultar al público, pero tampoco olvidarme de él.

—¿Es casual que, después de hacer carrera en el terreno del drama, ahora haya decidido rodar dos películas de ciencia ficción seguidas?

—Hacer ciencia ficción fue mi sueño durante años. De chaval era adicto al género, ya fueran películas, o libros, o tebeos. En el colegio, yo no era muy popular. No tenía amigos, no era bueno con los deportes. La ciencia ficción siempre fue mi refugio.

—¿Y por qué ha esperado tanto en estrenarse en el género?

—Porque es difícil encontrar guiones que no sean una idiotez. Casi toda la ciencia ficción actual son meros espectáculos de efectos especiales. Películas predecibles y sin alma: parecen hechas por máquinas.

—Y, aun así, usted ha dejado de hacer cine en Canadá para instalarse en Hollywood.

Me explico. Buena parte de las películas que allí se hacen son fast food, pero, por otra parte, en las circunstancias adecuadas, Hollywood es la tierra prometida para un cineasta. Porque la mayoría de la gente que trabaja allí son grandes profesionales.

—Actualmente está rodando la secuela ‘Blade Runner 2049’. ¿Cuánto le pesa la responsabilidad?

—Ni se lo imagina. Mi película no podrá estar a la altura de la original, que es una de las mejores del último medio siglo. Sé que mucha gente está furiosa conmigo, y que mucha más lo estará cuando la película se estrene, pero es inevitable. Y asumo gustoso el riesgo.

—Lleva varios años rodando sin parar. ¿Para cuándo un respiro?

—Al acabar Blade Runner 2049 voy a pasar varios meses durmiendo, porque en los últimos seis años he rodado casi tanto como Woody Allen.