TNtos conocimos en unas jornadas culturales del barrio de Santa Marina de Badajoz, así supe que un año antes había formado parte del jurado que me otorgó el segundo premio de novela Ciudad de Mérida, mi empatía fue razonablemente evidente, aunque ese anecdótico encuentro me abrió las puertas para descubrir a este trujillano de treinta y ocho años, afincado en Mérida, cuya poesía, como su propia vida, desprende una energía inagotable.

Entre sus galardones se encuentran el premio de poesía Ciudad de Mérida por 'El largo andar tan breve', el premio Arcipreste de Hita por 'El viento y las brasas' y el premio 'La voz + Joven 2010' (Fundación Caja Madrid). Ha publicado además los poemarios 'El proyector de sombras', (Editora Regional de Extremadura, 2005), 'Oscuro pez del fondo' (Ediciones Rialp, 2010) y 'El creador del espejo' (De la luna libros, 2013). Para entender su calidad y su fuerza basta evocar un poema de 'El viento y las brasas': "...apenas sepa la brasa del viento y lo aguarde, / como si pronto amaneciera / lentamente vibre, y en esa esperanza muera".

--¿Por qué merece la pena escribir?

--Sé que suena a tópico, pero para mí escribir poesía es un acto de resistencia, una obligación conmigo mismo y una prueba de generosidad y acercamiento al otro, ese desconocido que llamamos lector. En esa labor uno adquiere la consciencia de no estar solo. Creo que, en lo más hondo, todos escribimos para sentirnos queridos, acompañados, unidos por el vínculo común de la existencia.

--¿Prosa o poesía y por qué?

--La prosa la pone el mundo, yo sólo escribo poemas --en verso y en prosa-- para contrarrestar esa lenta devastación. Ni la verdad ni la belleza pueden salvarnos como individuos, pero la poesía alienta un sentimiento de unión con la vida, de hermandad entre iguales. Y a eso me acojo.

--¿Cuándo sientes la necesidad de plasmar en papel tus sentimientos?

--Suele ocurrir en cualquier momento, ante cualquier situación, excepto cuando uno más lo busca.

--Un momento de tu vida que ha marcado tu obra.

--El nacimiento de mi hijo Miguel.

--Elige una de tus obras y explica el motivo.

--La poesía no puede destriparse como una mala novela. Hasta un mal poema puede contener imágenes deslumbrantes. Explicar la trama de mis libros supondría oscurecer esas imágenes, limitar otras interpretaciones tan válidas como la mía. Prefiero que el lector elija su tramo y se suba o se baje cuando lo desee. Aconsejo empezar por el final.

--¿Escribir es un intento de inmortalidad?

--La inmortalidad no existe, pero todos saltamos a ese vacío. Me temo que sí, que escribir es un intento de quedar en los demás. Y quien diga lo contrario miente.

--Un autor que haya influido especialmente en tu obra.

--Muchos. Pero no escribiría poesía si no se hubieran cruzado en mi vida Fernando Pessoa, Jorge Luis Borges, Octavio Paz o José Angel Valente, por citar sólo cuatro autores de una lista interminable.

--¿Cómo te gustaría que te recordaran?

--Lo más cómodos posible, que ya la "posteridad" debe ser algo muy incómodo.

--Una reflexión ante la vida.

--"Estamos vivos, es decir: somos la excepción que confirma la regla".

--Una anécdota divertida.

--Las mejores no puedo contarlas. Así que... para qué.

--¿El escritor debe estar al margen de la política o la escritura puede ser un arma de compromiso político?

--El compromiso político se adquiere desde la cuna, pero no lo ejercemos como es debido. No hablo de escritores sino de ciudadanos. La literatura, la música, el arte en general están sujetos también a la política y a la realidad social de cada época. Pero no es forzoso responder a ella desde el arte; sí desde la vida.

--Un recuerdo de la infancia.

--Hay un niño que en las tardes de verano se paraba a contemplar una simple piedra colocada por él esa misma mañana, y anotaba el milagro silencioso de su perseverancia, su belleza y su altísima vibración. Aquella piedra, ahora, me lleva hasta ese niño.

--Un viaje inolvidable.

--¿Físico o mental? Pessoa defendía que para viajar basta con existir. Mis mejores viajes son a ciertas músicas, ciertos libros, ciertos paisajes. En los otros siempre estoy deseando volver.

--Un lugar donde reposar para siempre.

No se me ocurre nada divertido, y menos tratándose de "reposar", así que diremos... en cualquier sencillo acto de amor.