En el verano de 1956, el periodista Dominique Lapierre y el fotógrafo Jean-Pierre Pedrazzini, acompañados de sus esposas, Aliette y Annie, recorrieron 13.000 kilómetros de carreteras soviéticas durante tres meses a bordo de un Simca amarillo. A la magnitud de la hazaña se añadía el ser el primer viaje que un periodista occidental hacía por el entonces vedado territorio de la URSS, tres años después de la muerte de Stalin.

A su regreso a Francia, los reporteros publicaron varios artículos en Paris Match , revista para la que trabajaban, pero el gran libro de esta aventura ha necesitado medio siglo para ver la luz. El tiempo le ha dado una nueva dimensión a las memorias soviéticas de Lapierre.

"Hace 50 años, éste habría sido un simple libro de viajes. Hoy es un texto de historia, porque retrata un mundo que ya no existe", justifica el autor de Erase una vez... la URSS (Planeta).

Lo que no ha hecho el paso de los años es restarle fascinación a las vivencias de los Lapierre y los Pedrazzini al otro lado del telón de acero. El libro es un interminable rosario de aventuras propias de descubridores de otra época. "Eramos como cuatro marcianos en un nuevo planeta", define el escritor.

PERMISO DE KRUSCHEV En realidad, la aventura había comenzado varios meses atrás. En Moscú, en una recepción con mandatarios comunistas y franceses, Lapierre, de 24 años, se atrevió a acercarse a Kruschev y le contó su viaje soñado. El líder soviético le respondió: "Están locos, sus mujeres van a pedirles el divorcio. Ustedes no conocen las carreteras rusas". Al poco tiempo, Lapierre recibía un telegrama con el permiso para iniciar su ruta por la frontera ruso-polaca.

Y allí se presentaron los dos matrimonios, cargados con 500 miniaturas de la Torre Eiffel y muestras de perfume para regalar a su paso. "Y sin intenciones políticas. Sólo queríamos descubrir y contar sin prejuicios un mundo desconocido para Occidente", dice Lapierre.

En el viaje les acompañó un traductor ruso puesto a su servicio por el Gobierno comunista. Más que un agente político, para ellos fue la ventana por la que entendieron la mentalidad del pueblo soviético.

"Slava nos decía que el comunismo duraría 1.000 años y que la URSS sería pronto la primera potencia del mundo. Lo triste es que lo creía de veras", cuenta el autor. En su opinión, el gran drama soviético no fue la economía, sino la mentira. "Durante décadas, el Gobierno hizo creer a la gente que vivía en el país más feliz del planeta", revela Lapierre. Con todo, el paisaje ideológico no era parejo. "En Minsk una mujer nos pidió desinflar las ruedas del coche para poder respirar aire de Francia".

Anécdotas como ésta abundan en un libro la mitad de cuyos beneficios irá a parar a los 14 proyectos humanitarios que Lapierre patrocina en Calcuta.

Aventurero, entusiasta y con una voluntad de hierro, Lapierre atesora, a sus 72 años, una biografía de novela. Ha recorrido el planeta varias veces y es autor de best-sellers como La ciudad de la alegría , ¿Arde París? y Esta noche, la libertad .