En "La tierra que pisamos", la novela por la que el extremeño Jesús Carrasco recibe hoy el Premio de Literatura de la Unión Europea (UE), un lugareño español es desarraigado de su país y de su familia. Una atroz experiencia ficticia que el autor equipara con la actual crisis de refugiados.

Porque la novela tiene un fuerte componente de empatía aplicable al drama actual de los refugiados ya que versa sobre un "colonialismo a la inversa", como lo define el autor en una entrevista con Efe. En este caso son los españoles los sometidos y deportados.

"Quería invertir los polos para ponerme en el lugar del otro y saber qué podría sentir yo, qué pasaría si los españoles fuéramos los deportados", explica Carrasco, uno de los doce galardonados en la edición de este año.

Un paralelismo con la crisis de refugiados no incluido a propósito en la construcción de la novela sino establecido posteriormente por el escritor, que cree que responde a que "la historia se repite" y todo lo que creíamos desaparecido y perteneciente al pasado "vuelve a aparecer".

Uno de los muchos paralelismos con sucesos reales que tiene esta novela, ambientada en un acontecimiento histórico no existente, el de una España de comienzos de siglo XX absorbida por un imperio.

En "La tierra que pisamos" (Seix Barral) se suceden los guiños al colonialismo, a la Guerra Civil o al nazismo pero sin nombres ni apellidos, ya que la intención era ponderar los hechos por encima de las siglas, "reforzar el simbolismo del totalitarismo" pero sin concretar, según Carrasco.

Una historia por la que Carrasco recibe un galardón con el que Bruselas reconoce a los mejores autores noveles y emergentes de Europa.

Dotado con 5.000 euros, el premio incluye la posibilidad de obtener subvenciones europeas para traducir la obra a lenguajes minoritarios, lo cual "lleva el libro a lugares insospechados, como Macedonia o Eslovenia", resalta Carrasco.

De esta forma el Premio de Literatura de la UE supone un empujón para la difusión internacional de la novela, que tan importante fue en el éxito de su primera obra "Intemperie", traducida a una veintena de idiomas y que ya ha vendido sus derechos de explotación para la gran pantalla.

Ambientada, como ya ocurrió en "Intemperie", en el medio rural en el que el propio Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972) se crió -asegura ser "un hombre de pueblo"-, su nueva novela cuenta con una estructura más compleja que la anterior, al eliminar el orden cronológico y multiplicar las voces narrativas.

"La tierra que pisamos" tiene además ante sí la difícil tarea de superar a su primera novela, éxito de ventas y alabada por la crítica.

El escritor, sin embargo, asegura a Efe "no sentirse presionado" para mantenerse en ese nivel y fija su reto en "escribir la mejor literatura posible", lo cual "desaloja los parámetros de mantenerse o superarse".

"Podría haber hecho una continuación de 'Intemperie', pero quería ensayar la calidad de literatura que había en mí y he tomado los riesgos", apunta.

Carrasco, afincado actualmente en Sevilla y licenciado en Educación Física pero publicista de profesión durante muchos años antes de escribir "Intemperie", apunta al realismo sucio norteamericano -especialmente el de Richard Ford o Raymond Carver- como una de las corrientes literarias que más le ha nutrido.

Sin embargo, la crítica suele comparar su tratamiento preciso y cercano del mundo rural con el de Miguel Delibes y, la crudeza de los acontecimientos, con "La carretera" del estadounidense Cormac McCarthy.

Junto a Carrasco, también reciben hoy el premio europeo Tanja Stupar-Trifunovic (Bosnia-Herzegovina), Christophe Van Gerrewey (Bélgica), Antonis Georgiou (Chipre), Bjørn Rasmussen (Dinamarca), Paavo Matsin (Estonia), Selja Ahava (Finlandia), Nenad Joldeski (Macedonia), Benedict Wells (Alemania), Gast Groeber (Luxemburgo), Claudiu M. Florian (Rumanía) y Jasmin B. Frelih (Eslovenia).