El escultor navarro Ángel Bados Iparraguirre (1945) obtuvo ayer el premio Nacional de Artes Plásticas 2018, dotado con 30.000 euros y que concede el Ministerio de Cultura y Deporte, por su trayectoria «coherente y de excelente calidad» y su capacidad de conjugar «tradición e innovación».

«Uno trabaja por amor al arte y esa tarea no tiene límites, no se espera una recompensa», explicó Bados a Efe, tras conocer que había sido galardonado. Y aunque el artista aseguró que no se trabaja a la espera de ninguna recompensa, sí que asume que esto es algo contradictorio y lo argumentó: «la tensión que se genera en el trabajo muchas veces se escapa a aquello que quieres alcanzar y es el otro, el que tiene que verificar fuera de ti lo que ha sucedido».

Así, el también escultor, teórico y pedagogo navarro, afincado en Bilbao, explicó que quiere seguir «trabajando con calma». Bados, en cuyo trabajo se integra el arte conceptual, con el minimalismo o el arte povera, para explicar esta dosis de «injusticia», que, en su opinión, conllevan los premios, se preguntó qué hubiera sucedido si hubiera dado el premio otro jurado.

Moisés Pérez Álbeniz, el director de la galería madrileña donde ha expuesto el artista y donde volverá a llevar su obra en una exposición en 2019 o 2020, la obra de Bados es muy conceptual, sus últimos trabajos son con madera, cartón y material povera, con telas, piedras, vidreos, cristal...». Su trabajo está enmarcado dentro del grupo de la «nueva escultura vasca» y sus referentes artísticos se encuentran en el pensamiento y la obra de Joseph Beuys y Jorge Oteiza.