El cantaor extremeño (Badajoz, 1992) acudió por segunda vez al concurso: «Me gustó el formato, me encontraba en forma y me presenté, porque también hay que saber buscar los momentos». Conseguir el galardón hace realidad su «sueño personal» de tener el mismo reconocimiento que compañeros a los que admira, «como el maestro Fosforito, Antonio Reyes, Palomar...».

Es, a su juicio, un premio «que abre puertas, un aval, una garantía». Cree que al jurado han podido gustarle más los cantes de Levante que interpretó en la semifinal y la toná campesina, la guajira y los fandangos de la final. Para el futuro, espera trabajar más tranquilo «y aportar al flamenco todo lo que pueda». Valora la categoría del jurado y asegura que «el público de Córdoba siempre me ha gustado». Lo conoce de las matinales flamencas, y asegura que «el público me encanta, es sabio, sabe decir ole a tiempo». Con un disco en su haber --Quiso Dios-- espera que su carrera continúe al mejor ritmo posible, apostando por un flamenco que recuerde a los mejores y, si decide innovar, lo hará con honestidad y «pulcritud».