Stop. Estopa pisa el freno. Stop se lee en los carteles de la gira, en la batería, en el bombo que marca el ritmo. Este año solo ofrecerán 45 conciertos, ni uno más, frente a los 80 de giras anteriores. Ha llegado el tiempo de interiorizar, temporizar, dosificar y sosegar. Ya no mandan los apetitos primarios en los hermanos Muñoz. No hay hambre de conquista ni estomacal. Las escenas callejeras han dejado paso al paisaje emocional de Allenrok . En el camerino de la plaza de toros de Murcia, delante de una gigantesca tortilla de patatas sin rastro de aditivos químicos, David y José Muñoz reflexionan sobre Estopa.

"Si firmas más conciertos de los que tienes ganas, ni eres tú ni te lo pasas bien. Es más honesto reducir y salir siempre al escenario para darlo todo", dice José. "Sí, mi paternidad ha influido, cómo no va influir --tercia David--. Pero es un factor más, no el único. A mí lo que más me gusta es componer. Y para progresar como creador, necesito calma".

El problema que puede plantearse es que tengas calma y no tengas nada que contar. La adversidad llama a las musas, mientras que la comodidad suele espantarlas. Cervantes escribió El Quijote en la cárcel. "Porque estaba aburrido", suelta David. "Aburrido y puteado", puntualiza José. "Al final, para contar una historia, lo importante es el punto de vista" .

Cumplidos sus sueños, lo que ahora le llama la atención a Estopa es la vida normal. Las barbacoas. Las reuniones familiares. Las partidas en la consola. Las cucamonas al niño. Seguir la NBA de su amigo Pau Gasol. "Eso sí que sería un nuevo sueño, tocar algún día en la cancha de Los Lakers. Pau nos ha dicho que suelen pinchar canciones de Allenrock en las previas de los partidos, porque él ha metido mano, claro" , dice David. Sería una guinda al pastel, pero el pastel hace tiempo que está más que cocinado.

Lo peor de la fama es que te aleja de la calle, te impide observar sin ser observado, elimina de un plumazo la mejor arma del creador. "Es cierto, pero hay otros recursos. Bucear en ti mismo y en tus demonios", señala David. "Yo, pensando que no me ven, me pierdo en la gran ciudad-", es el elocuente primer verso de Rumbaketumba . "Tampoco tiene la fama la culpa de todo. Nuestros amigos del barrio tampoco van ya al parque con las litronas, han dejado paso a otras generaciones", dice José.

Conectar con esa nueva generación o seguir creciendo con la primera que se enganchó a su música es la encrucijada de Estopa. "Habrá para todos", coinciden los hermanos Muñoz. El público tiene hambre de Estopa. "Esperamos saciarlos, por eso daremos menos conciertos, pero todos a muerte", dice David. El jueves arrancó la gira en Murcia y el 11 de julio parará en Cáceres.