El Carnegie Hall de Nueva York acoge cada año una gala especial en la que un grupo de estrellas se reúne para rendir homenaje desde el escenario al cancionero de un artista vivo. Neil Young, los Rolling Stones, Prince, Paul Simon y David Byrne han sido algunas de las figuras cuya obra ha sido objeto de tal distinción en la última década. En la edición del 2016, el honor correspondía a David Bowie. Pero un par de días después de que empezaran a despacharse las primeras entradas, llegó la devastadora noticia de su muerte, de modo que la celebración se convirtió en reconocimiento póstumo. Una gran reverencia cuyo primer gran acto tuvo lugar en la noche del jueves (hoy viernes habrá una segunda edición ampliada en el Radio City Music Hall) con una nómina de participantes tan heterogénea como el propio legado de Bowie: de Cindy Lauper a los Pixies, pasando por Michael Stipe, Debbie Harry, Bettye LaVette, Perry Farrell, Laurie Anderson, Jakob Dylan y los Flaming Lips. Y más.

Respaldados por una banda conducida por Tony Visconti, el productor de algunos de los discos más destacados de Bowie, y con Woody Woodmansey a la batería (cometido que desempeñó con eficacia memorable en la época de Ziggy Stardust), los músicos invitados recrearon con solvencia desigual algunas de las canciones más recordadas del astro desaparecido, con un énfasis especial en su producción de los años 70 (sorprendentemente, el número más reciente de los rescatados en la gala fue 'Let's dance', publicado ¡en 1982!). Los únicos que escaparon a esta disposición fueron los Pixies, que optaron por interpretar una composición propia,'Cactus', que Bowie versionó en el 2002.

LÁGRIMAS EN LA AUDIENCIA

En una noche repleta de momentos emotivos (y de lágrimas entre la audiencia), acaso el pasaje más conmovedor correspondió a la interpretación que el exvocalista de REM Michael Stipe, acompañado por la modelo y cantante Karen Elson y un pianista, realizó de 'Ashes to ashes', convertida en un canto fúnebre tan solemne como bello. Y el más extravagante fue, sin duda, la aparición de un tipo disfrazado de Chewbacca durante la actuación de los Flaming Lips, que colorearon el inmortal 'Life on Mars' con su habitual derroche de psicodelia y locura. Y mención especial mereció la versión acústica con que Ricky Lee Jones despachó el himno 'glam' 'All the young dudes'.

Y en el número final, un torrente de emoción desbordadacuando todo el público fue invitado a cantar el ineludible 'Space Oddity' junto al New York City Children's Choir. Por una noche, las estrellas volvieron a parecer diferentes.

El homenaje se repetirá hoy en el Radio City Music Hall, con más artistas (se añaden a la lista Mumford and Sons, The Roots, Anna Calvi y el Kronos Quartet, entre otros). El concierto podrá esta vez seguirse vía 'streaming' a través de la web musicofdavidbowie.com, desde la que se solicitan donaciones voluntarias para diversos propósitos benéficos.