Los trabajos del investigador Gabriel Pozo, plasmados en Lorca, el último paseo (editorial Almed), han revelado que los militares que fusilaron al poeta granadino entre Víznar y Alfacar lo "desenterraron" y trasladaron posiblemente a otra fosa común para ocultar pruebas de su muerte. Lo hicieron, según indicó ayer Pozo, después de que el dictador Francisco Franco montara "en cólera" al enterarse del asesinato, "que le echaban en cara los países extranjeros a los que pedía el reconocimiento del régimen".

Una de las principales aportaciones de Pozo a los múltiples estudios que existen sobre las circunstancias que rodearon la muerte del autor de Bodas de sangre es la entrevista que le realizó en 2003 a la actriz Emma Penella, hija de Ramón Ruiz Alonso, diputado que fue de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y considerado el principal responsable de la detención de García Lorca y su fusilamiento. En aquel encuentro Penella le contó lo que su padre le había confesado unos años antes de morir, ya fallecido Franco. "Cuando al poco de acabar la guerra empezaron las quejas por lo que había ocurrido a Lorca, especialmente desde el extranjero, este asunto irritó a Franco. El caudillo quiso saber lo que había pasado y llamó a mi padre. Alguien hizo desaparecer todos los papeles", explicó la actriz al investigador".

Otra novedad de la investigación es que la detención de Lorca no era el primer objetivo de los sublevados, sino que éste era el salvoconducto para localizar a Fernando de los Ríos, que había sido ministro en la República. "Queipo de Llano ordenó que dieran un gran susto a García Lorca para que confesara todo lo que sabía de Fernando de los Ríos y que firmara una denuncia contra él. Pero no que lo mataran", relató la actriz.

Pozo explicó cómo se enteró Ruiz Alonso de que Lorca se encontraba refugiado en la casa de los Rosales, según apuntó su hija. Fue el mayor de los Rosales el que le comentó Alonso que no estaba de acuerdo con que García Lorca estuviera de invitado en su casa.