Ramoncín abandonó la directiva de la SGAE en el año 2007. Cuatro años parece tiempo más que suficiente para que su nombre desvinculado de este organismo, pero las dos décadas que pasó defendiendo a esta controvertida institución, y la pasión que puso, hacen inevitable que estas siglas le persigan. "Diga lo que diga para promocionar mi disco, el titular de mis entrevistas siempre tiene que ver con la SGAE", señala.

Hay materia para la polémica: el mismo autor que ayer defendió a capa y espada las maneras de esta asociación de creadores, hoy condena públicamente el canon digital, afirma que "la SGAE debería borrarse hasta el nombre", y confiesa: "Personal, emocional y profesionalmente, me arrepiento de haber dedicado una parte de mi vida a defender esta institución". Aunque aclara: "Moralmente no me arrepiento, porque hice lo que debía. Representé a los autores porque me pidieron que lo hiciera".

El reciente estallido del caso SGAE le ha dejado con sentimientos encontrados. "Esto que ha pasado me permite decirle a la gente: reconoceréis que os habéis equivocado conmigo. Porque las cosas no pasan por casualidad, sino porque tienen que pasar", dice, sin disimular su malestar. "Cuando salga el juicio, si las personas que han sido acusadas son finalmente condenadas, me llevaré una de las mayores decepciones de mi vida. Porque, aparte de haberse comportado como delincuentes, me demostrarán que no tienen ni idea de lo que significa la amistad. Y eso es aún más doloroso".