Dicen que el extremeño siempre ha sabido aprovechar sus pocos recursos para salir adelante. Cuando la necesidad aprieta, la imaginación se desboca. Otra cosa es que nos cueste creerlo... que nos cuesta. Pero la realidad es tozuda y ha vuelto a ocurrir. Unos creativos apasionados se han empeñado en rescatar una de las leyendas negras de la historia de esta región, aquel documental rodado por Buñuel en Las Hurdes en 1933 (‘Tierra sin pan’), para llegar hasta la meca del cine español y hacer otra conquista: ganar un Goya, más bien fueron dos. Y de paso, reconciliar Extremadura con su propia historia.

Ocurrió en la noche del sábado y fue un parto gemelar: la industria audiovisual extremeña se trajo a casa un par de estatuillas en menos que dura una gala del cine español. Un hito. Ver para creer. La película de coproducción extremeña ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’ (Sygnatia, S.L., The Glow Animation Studio, Hampa Studio) recibió el Premio Goya a la Mejor Película de Animación. Asimismo, el trabajo ‘Nuestra vida como niños refugiados en Europa’, dirigido por Silvia Venegas a través de la productora extremeña Making Doc, se alzó con el Premio Goya al Mejor Cortometraje Documental.

Una noche de cine en todos los sentidos. Es cierto que había expectación. Extremadura concurría a la gala celebrada en el Palacio de Deportes Martín Carpena de Málaga (menuda transformación digna de una ingeniería de película) con cinco nominaciones, nada menos. ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’, basada en el cómic del ilustrador cacereño Fermín Solís, estaba nominada a cuatro Goya: Mejor Dirección Novel (Salvador Simó), Mejor Guión Adaptado (Eligio Montero y Salvador Simó), Mejor Música Original (Arturo Cardelús) y Mejor Película de Animación. Por su parte, ‘Nuestra vida como niños refugiados en Europa’ optaba a la categoría de Mejor Cortometraje Documental.

Y LLEGÓ LA SORPRESA...

En la calle no había mucha confianza, sí en la calidad de los trabajos, pero no en la suerte que acompaña a esta tierra. Y zasca... Llegó el primer premio al Mejor Cortometraje Documental. Ahí estaba la directora Silvia Venegas junto al productor Juan Antonio Moreno (ambos comparten la dirección de la productora extremeña Making Doc), recibiendo en el escenario el primer Goya que un millón de almas sintieron como suyo. Porque los Goya también se comparten, más bien nos lo apropiamos como identidad regional colectiva. Aquí no se ganan, aquí «los ganamos».

«No tenemos problemas en hacerlo extensivo, al contrario», explicó sonriente Silvia Venegas a este diario, horas después del fragor de la gala, en la que su trabajo se impuso a ‘2001 Destellos en la oscuridad’, de Pedro González Bermúdez; ‘El infierno’, de Raúl de la Fuente; y ‘El sueño europeo: Serbia’, de Jaime Alekos. «Eran trabajos muy buenos, maravillosos, de temas sociales muy potentes, y la verdad es que no las tenía todas conmigo. Ha sido una sorpresa», reconoció ayer.

TESTIMONIO DOCUMENTAL

Para Silvia, que une su compromiso vital con el mensaje de su trabajo, ‘Nuestra vida como niños refugiados en Europa’ es «una película que siento muy propia, muy personal». Por eso aprovecha este galardón a la hora de poner en valor el cine documental social. «Creemos que son contenidos muy necesarios, películas que recogen el testimonio de nuestro tiempo, que nos muestran la realidad de hoy y que posiblemente dentro de unos años sean las que se vean para entender lo que ahora está ocurriendo. Por ello deberían tener más difusión en televisión, especialmente en televisiones públicas», dijo convencida.

De hecho, su discurso estuvo lleno de ‘ojalás’: «Ojalá las películas que hacemos pudieran llegar más al público, más lejos y a más gente», «ojalá se pueda construir una España y una Europa sin que ningún niño tenga miedo», porque, como muy bien dijo, «los niños refugiados son ante todo y sobre todo niños, y deben estar protegidos». Y es que muchos ni siquiera han podido dar la cara en este trabajo por miedo a ver denegadas sus solicitudes de refugiados. A ellos, y a todos los protagonistas del corto, Silvia les dedicó una estatuilla que bien vale toda una vida profesional. Por cierto una vida muy fructífera, porque Making Doc ya ganó en 2015 otro Goya por ‘Walls’, producido por Silvia Venegas, y en 2017 logró una nominación por ‘Palabras de caramelo’.

La productora no para. «Iniciamos hace meses un nuevo proyecto muy ilusionante, el largometraje documental ‘Bienvenidos a España’, dirigido por Juan Antonio Moreno, sobre la integración en España. Vamos siguiendo a un grupo de refugiados y estamos en pleno proceso de producción», desveló ayer.

Cuando Silvia se recogía con su estatuilla, cinco premios más adelante llegaría la segunda sorpresa extremeña, que no debería ser tal porque su buen hacer y su calidad la precedían: ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’ se llevaba el galardón a la Mejor Película de Animación, superando a ‘Elcano y Magallanes, la primera vuelta al mundo’, de Ángel Alonso, y especialmente a ‘Klaus’, de Sergio Pablo, nominada a los Óscar en la categoría de Mejor Película Animada.

DESDE ALMENDRALEJO

Razones de sobra para entender la satisfacción que mostraba ayer José María Fernández de Vega, productor de este largometraje, que se ha trabajado durante dos años en Almendralejo por el equipo de Glow Animation, basado en la novela gráfica del cacereño Fermín Solís sobre el rodaje en Las Hurdes de ‘Tierra sin Pan’.

«Conseguir un premio de estas características siempre supone un gran reconocimiento y un gran estímulo. Pero además es nuestra primera película, nuestra primera nominación y nuestro primer Goya, por tanto la alegría es enorme», explicó el director a este diario en la mañana de ayer domingo tras la eufórica resaca de la gala. «Para las empresas y las gentes de Extremadura que pretenden hacer proyectos audiovisuales, parece que la solución es siempre irse fuera, y con esto demostramos que las historias de los extremeños contadas por los propios extremeños nos permiten llegar a todas las partes del mundo», declaró satisfecho.

Además, el premio tiene una honda trascendencia social... casi histórica. «La película cierra un poco ese círculo de la leyenda negra de Buñuel en Las Hurdes, que dio a conocer lo más triste de nuestro pasado. Hace poco dedicaron un reconocimiento a nuestra productora en Las Hurdes, y ese día los alcaldes nos dijeron que con este trabajo daban por cerrada la leyenda, que ahora se está hablando de su tierra y se están viendo unas nuevas Hurdes. Para nosotros ha sido realmente importante», relató José María Fernández de Vega.

Y aunque ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’ lleva meses recibiendo reconocimientos y premios por doquier, «no nos olvidamos de nuestro trabajo y ya estamos inmersos en proyectos nacionales e internacionales. Continuamos buscando historias con las que trabajar para hacer que Extremadura siga siendo más grande», subrayó.

El Periódico Extremadura también contactó ayer con el dibujante e ilustrador cacereño Fermín Solís, el padre de la criatura, cuyo cómic recrea el rodaje de ‘Tierra sin pan’ en los años 30. «Este premio es el culmen del viaje de Buñuel, que empezó con el libro, siguió con la película, continuó con numerosos reconocimientos y ha llegado al Goya, que me hace una ilusión realmente especial», confesó.

¿Y por qué Buñuel? «Me podría haber ido a hacer una historia del cine sobre Torremolinos en los años 70, pero los pasos me llevaron a Las Hurdes buscando una historia. Quería salir de mi zona de confort. Encontré el busto de Buñuel en Pinofranqueado. Me puse a indagar sobre la película, a investigar y documentarme sobre qué pasó allí realmente, por qué aquella película había hecho tanto daño», cuenta.

UN GENIO DURO

Fermín Solís ha tratado de ser imparcial tanto con Buñuel como con los hurdanos: «Es cierto que él realizó aquel viaje como denuncia, porque se habían hecho promesas a Las Hurdes que nunca llegaron, pero también es verdad que Buñuel tenía un carácter brusco y unas formas muy directas. Las Hurdes le cambiaron, le marcaron, porque a partir de ese momento siguió haciendo cine denuncia», explica. También para Solís, uno de los reconocimientos más significativos ha sido el otorgado por la propia comarca por reconciliar Las Hurdes con Buñuel. «Fue muy emotivo». Y más si lo corona todo un Goya.