Dino de Laurentiis, productor esencial en la historia del cine italiano en los años 50 y 60 y en el devenir del cine-espectáculo en coproducción, nunca engañó a nadie. El estaba en el cine para hacer negocio; si además sus películas eran arte, tanto mejor. En febrero de1983, en la presentación del rodaje de Dune , declaró: "Soy un hombre de espectáculo, alguien que hace películas para divertir. Yo busco que quien paga en taquilla se divierta, y si hay mensaje en la película es cuestión de l que quiera interpretarlo". Podrá decirse más alto, pero no más claro. Primero el rédito económico; después, el arte, De Laurentiis, fallecido ayer en Los Angeles a los 91 años, pertenecía a una estirpe similar a la de los viejos magnates de Hollywood, aunque él trabajó en Europa durante buena parte de su carrera e invirtió en autores del prestigio de Federico Fellini, Luchino Visconti y King Vidor.

De Laurentiis era hijo de un fabricante de pasta y enseguida tuvo claras las pautas del negocio: cuando fue necesario se alió con su gran competidor en el cine italiano, Carlo Ponti, produciendo películas a medias para que fueran más imponentes y rentables. Su primer gran éxito llegó con Arroz amargo , el melodrama de 1949 que lanzó internacionalmente a Silvana Mangano, convertida poco después en su esposa. En los 50 fue el gran productor del mejor cine italiano, con títulos como La strada y Las noches de Cabiria , de Fellini; Ana , de Alberto Latuada; El oro de Nápoles , de Vittorio de Sica, o Guerra y paz , realizada King Vidor en Italia. Cuando un determinado cine de autor declinó en Italia, De Laurentiis fue lo suficientemente hábil para financiar sus películas en Francia o Estados Unidos. Barbarella , Barrabás , Serpico, Los tres días del cóndor , el primer remake de King Kong, Conan el bárbaro , La zona muerta , Manhattan Sur , El huevo de la serpiente , Hannibal , U-571 y El dragón rojo son algunas de sus heterogéneas producciones.

En 1983 se embarcó en la aventura de llevar a la pantalla Dune . Pese al fracaso comercial del filme, David Lynch, el director, y el productor volvieron a colaborar en Terciopelo azul , que pudo rodar con total libertad.