La edición de Fulgencio Pimentel, muy bien contextualizada, ha colocado dos profilácticos a modo de las oes en el nombre de Limónov que campa en su estupenda portada. Es una forma elegante de subrayar su incontinencia cipotuda y su exhibicionismo respecto al tema. El falócrata Limónov está a la altura de las expectativas cuando se le mencionan los derechos de las mujeres. Antes habría que recordar que en los 90 promovió el concurso ‘La chica más bella de Rusia’, cuyo premio mayor era pasar una noche con él.

«No soy partidario de las mujeres por la mera razón de que no soy una mujer. Es imposible que lo sea». No importa que se le recuerde que el feminismo es una lucha por la pluralidad con un objetivo de igualitarismo: «Ya no se puede hablar de igualdad porque se ha desatado demasiado resentimiento. Así que imagino que esto acabará con un enfrentamiento entre ellos y ellas».