Sands ve «paralelismos» de la situación que vive España y Catalunya con el referéndum con el Lviv (hoy Ucrania) de 1918, que entre 1914 a 1945 cambió de manos hasta ocho veces (Alemania, Polonia...). «En Lviv había una lucha entre grupos para decidir a qué país pertenecía la ciudad y la historia acabó mal, con un baño de sangre. De la historia se aprende que si no se va con cuidado se puede perder el control de la situación, una cosa lleva a la otra y antes de que te des cuenta hay una guerra civil. No digo que eso vaya a pasar aquí, sino que en Europa estamos acostumbrados a una ilusión de una paz perpetua, pero bajo la superficie hay tremendas pasiones. La polarización de la sociedad entre los prorreferéndum y los que están en contra aumenta y los hechos dicen que así también lo hacen los riesgos y los peligros. Y cuanto más división, más se reduce el espacio para hablar».

Como abogado, añade, su opinión es clara: «No se puede impedir o detener la libertad de expresión de un pueblo, el derecho a decidir. Es un error impedirlo. Pero las consecuencias de esa expresión son harina de otro costal, ver qué se hace con la opinión expresada».