El italiano Federico Moccia es un escritor habilísimo. Conoce muy bien a sus lectoras, en su mayoría adolescentes, y les da aquello por lo que suspiran: amores intensos y ropa a la moda con la que identificarse. Los jóvenes, es sabido, siempre mueven dinero y en España --con ayuda también de alguna lectora madurita-- la identificación también se ha repetido. El último Nielsen le coronaba como el autor más vendido en el 2010. Un escritor que despierta odios y pasiones.

--¿Por qué un hombre de 47 años sabe conectar tan bien con lo que quieren las chicas?

--Creo que cuando Salinger escribió El guardián entre el centeno no imaginó que se iba a convertir en un clásico que leerían los quinceañeros y también los adultos. A mí, en cierta forma, me ha ocurrido lo mismo. Yo escribí A tres metros sobre el cielo , Tengo ganas de ti o Perdona si te llamo amor y de pronto me sorprendió la respuesta de unas lectoras jovencísimas. Pero también de sus madres, que rememoraban sus antiguas emociones.

--Los adultos no suelen tomarse muy en serio a los adolescentes...

--Yo me he metido en la piel de Carolina, una chica de 13 años que está a punto de cumplir 14, como si yo fuese un actor. Lo que hice fue releer mis diarios de aquel tiempo. Una experiencia que me divirtió mucho porque estaban llenos de dudas y de cuestiones profundas.

--¿Siente la responsabilidad de haberse convertido en un gurú sentimental de esas jóvenes?

--Sí, pero me siento muy tranquilo. En Carolina se enamora cuento una historia en la que suceden cosas, algunas fuertes...

--Como que a los 13 años, las chicas ya estén pensando en estrenarse sexualmente.

--Pero precisamente de eso es de lo que quería hablar, dar algunos mensajes sin parecer un maestro: como que la vida te puede hacer daño y que no siempre tendrás a la gente que necesitas a tu alrededor.

--"Cuidado, no tomes decisiones precipitadamente". ¿Es eso?

--Exacto. Los adolescentes se sienten muy fuertes pero en realidad están muy solos. El libro puede ayudarles a no sentirse mal, a compartir sus inquietudes.

--En sus novelas las zapatillas deportivas siempre se mencionan por su marca y los modelos de móviles son muy concretos. ¿Ha recibido alguna oferta para incluir tal o cual prenda u objeto de moda en sus novelas?

--Las marcas forman parte de nuestra vida. Los chicos suspiran por un modelo concreto de móvil y yo lo digo. Y como escritor me sirve para caracterizar a mis personajes y darles credibilidad. Esa presión publicitaria sí se da en las adaptaciones cinematográficas, pero previamente ya estaban en el libro. De todas formas, he de decir que este Nokia me lo he comprado con mi dinero.

--Tras enemistarse con el exalcalde de Roma, Walter Veltroni, ha firmado la paz con su sucesor. ¿Gianni Alemanno agradece que haya creado un nuevo foco de atracción turística en el puente Milvio?

--Alemanno está encantado. Ahora el puente está más controlado. Se han puesto unas columnas para que los enamorados puedan colocar allí sus candados sin que peligren las farolas ni la estructura.

--En sus novelas hay más religión que política. ¿Refleja eso la sociedad italiana actual?

--Hace ya algún tiempo que los jóvenes italianos se alejaron de la política, a diferencia de los de mi generación, que la vivieron intensamente para luego sufrir una decepción. Lo de la fe ya es una cuestión más íntima de cada uno.

--Y tras esa decepción ¿dónde se sitúa políticamente?

--Si hubiera un partido que representara bien mis ideas lo votaría si es de izquierdas o de derechas. Pero no existe.

--El primer ministro Silvio Berlusconi apareció precisamente en escena como un político que no era ni de izquierdas ni de derechas. ¿Se considera desilusionado?

--Especialmente por la imagen que proyecta. Esa imagen ha hecho que muchos desestimen su programa político, que en líneas generales era bueno. Pero nadie lee una novela si no tiene un buen márketing y una buena cubierta.

--Es usted el autor más vendido en España y en la cartelera española ha arrasado la adaptación de su novela A tres metros sobre el cielo . ¿Alguna teoría al respecto?

--Me alegra mucho tener esa especial sintonía con los españoles. Además, está el hecho de que los príncipes Felipe y Letizia también pusieron un candado en su visita a Hungría.

--En Carolina se enamora se da el lujo de tirar piedras a su tejado. La protagonista dice: "¡Ah Moccia! ¿No es ese escritor que solo habla de chicos guapos que conducen coches estupendos...?".

--Puse en boca de Carolina críticas que yo he recibido. Y quería hacerlo porque ella no es guapa, no es rica y quizá por ello es uno de mis personajes que más me gusta.

Defiéndase de esas críticas.

--No me importa. Es muy difícil convencer a alguien cuando ya ha decidido que no mereces la pena y ni siquiera te ha leído. No es justo.