La Feria del Libro de Fráncfort cerró ayer una edición marcada por la discusión sobre las consecuencias de la digitalización para el mundo del libro y el debate acerca de los posibles efectos de la crisis económica para el sector editorial.

De hecho, en esta edición no se han notado los efectos de la crisis. El número de visitantes ha crecido un 4,2% con respecto al último año y se ha alquilado a los expositores más metros cuadrados que el 2007, según el director, Jürgen Boos.

Hasta la mañana de ayer, un total de 236.244 personas visitaron la Feria. La producción editorial también sigue siendo inmensa: este año se han exhibido 402.284 títulos, de los cuales 123.496 eran novedades. Pero la mayor parte de los expositores decidió ir o no a la Feria antes de que estallase la crisis financiera por lo que, según la mayoría, no se verá hasta el 2009 si hay una tendencia a la baja.

Por otra parte, los últimos avances de la digitalización --concretamente los nuevos lectores electrónicos-- hicieron que los amigos de los discursos apocalípticos empezaran a formular teorías sobre un posible fin del libro impreso.

Sony y Amazon presentaron sus aparatos, que caben en una mano y pesan menos de un kilo, en los que se pueden almacenar hasta miles de libros. El desembarco en Europa de esos aparatos ya ha comenzado, pero ningún editor consultado por Efe teme seriamente que el libro en papel esté amenazado. La opinión general es que el libro electrónico convivirá con el impreso.

UN LIBRO AL INSTANTE Al margen de los lectores electrónicos, también destacaron otros nuevos aparatos, como una impresora automática que se instalará en las librerías. Allí, un libro puede ser editado en pocos minutos en el momento en que un cliente quiera comprarlo, siempre que esté archivado electrónicamente en la central de la editorial.

Otro asunto que ha centrado la feria alemana ha sido el de los problemas relacionados con la libertad de expresión en Turquía, invitado de honor de este año, y China, invitado de honor del año próximo. El Código Penal de Turquía incluye un artículo en el que se define como delito la "ofensa al Estado turco", y que ha sido invocado con frecuencia para llevar a escritores y periodistas a los tribunales. Su Premio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk, ha sido uno de los afectados. Por eso recordó en el discurso que dio en la inauguración de la feria que el artículo aún no ha sido derogado. En China, según el discurso oficial, un escritor puede decir lo que quiera sin ningún tipo de censura.