Tres novelas en una que al final dibujan una figura que el lector debe componer. Agustín Fernández Mallo publicará el 6 de marzo Trilogía de la guerra, obra con la que se ha alzado con el Premio Biblioteca Breve y que su autor define como «caleidoscópica, en su sentido más literal, el de la imagen que se descompone para formar otra». Ese es un concepto casi novedoso en su escritura, aunque el núcleo duro no cambie. Ese carácter más experimental y transgresor marcado como siempre por el juego y por las estructuras poéticas y científicas, fruto de su formación como físico.

A lo largo de 500 páginas, y tomando a David Lynch y W. G. Sebald como padres tutelares, compone tres historias y así se pueden llamar porque en esta ocasión su novela contiene un sustrato más narrativo que otras veces. «Me interesan más las alegorías que las tramas. Con todo, mis novelas no pretenden maltratar al lector y mi prosa siempre es cristalina aunque el sustrato sea complejo».

En el libro primero, el autor utiliza su experiencia en la isla gallega de San Simón, un lugar que solo se puede visitar con permiso oficial, que históricamente fue refugio de piratas, que acogió un lazareto y más tarde fue prisión durante la guerra civil. A ese lugar llega un escritor persiguiendo los fantasmas que allí percibe, entre los que se cuentan los espectros de Dalí y de Lorca en el Central Park neoyorquino.

El libro segundo, titulado Mickey Mouse ha crecido y ahora es una vaca, un verso que toma prestado de Life of Mars de David Bowie, lo narra Kurt, una astronauta que habría acompañado al trío Armstrong, Aldrin y Collins y cuya finalidad es contar la historia del siglo XX. «Kurt -relata el escritor- es el hombre que hizo las fotos de la llegada a la Luna y si no salió en ninguna de ellas es precisamente porque era quien manejaba la cámara. Es un personaje muy conservador y hoy podría haber votado perfectamente a Donald Trump».

REFLEXIÓN SOBRE EUROPA / La tercera historia se desarrolla en Normandía y es una reflexión sobre Europa, «el primer estado posmoderno, porque se ha creado sin violencia y a partir de armas como la publicidad y la seducción». En la costa francesa una mujer intenta rehacer la historia de los 100.000 hombres que murieron en el desembarco.

¿Qué hilo secreto une los tres relatos? Aunque en líneas generales cada uno se dispara hacia otras historias y referencias, la vinculación de los vivos con los muertos es la idea que los amalgama. Y es que para el autor escribir es también recorrer ese camino: «Podría decirse que solo la muerte pasa la vida a limpio y los escritores fingimos la muerte para pasar la vida a limpio».

Entre los miembros del jurado, Edurne Portela, Manuel Longares y Pere Gimferrer, Ricardo Menéndez Salmón alabó la idea de su proyecto literario que desde la ya fundacional Nocilla Dream impulsó a toda una generación. «Fernández Mallo escribe como una enmienda a la totalidad, y lo hace sin ira, sencillamente con el placer de contar». Con esa premisa, el autor, su antepenúltima mutación. Habrá que ver.