La gira mundial de Madonna, Confessions, está levantando ampollas allá por donde pasa. Su crucifixión durante un concierto en Roma fue duramente criticada por dirigentes religiosos. Y ahora, en Alemania, la fiscalía vigilará la actuación que ofrecerá la reina del pop este fin de semana en Dusseldorf, ya que, en caso de repetir el show y aparecer crucificada en el escenario, "sería considerado un insulto a las creencias religiosas", afirmó ayer Johannes Mocken, portavoz de los fiscales de la ciudad.

Los representantes de Madonna, de 48 años, han afirmado que la artista no pretende faltar al respeto a la Iglesia, pero Mocken ha dicho que, aunque las autoridades no asistirán al concierto, tendrán en cuenta la cobertura de la prensa. La artista, que ya ignoró la tormenta de críticas y protestas que recibió en Italia por subirse a una gran cruz con una falsa corona de espinas en el estadio olímpico ante más de 70.000 personas, fue acusada de provocadora por el Vaticano después de invitar al papa Benedicto XVI a ver su actuación. Algunos seguidores, católicos, confesaron su disgusto.

El concierto de Alemania, que forma parte del cierre de la gira, tendrá lugar el próximo domingo. Ahora solo falta saber si Madonna tendrá en cuenta el aviso del fiscal o si, rebelde y controvertida como se la conoce, seguirá adelante con el espectáculo.