Polémico, transgresor y divertido, el escritor argentino Rodolfo Enrique Fogwill, que participa estos días en España en diferentes actividades, no duda en afirmar que la literatura latinoamericana vive "un mejor momento" que la española, por mucho que en el país europeo haya escritores bien considerados.

"España se merecería tener un Vargas Llosa, pero no lo tiene. Javier Marías, por ejemplo, es un buen escritor pero no es Vargas Llosa ni por casualidad", asegura Fogwill, cuyo viaje a Madrid coincide con la reedición de su novela Los pichiciegos por la editorial extremeña Periférica y con la publicación de sus Cuentos completos por Alfaguara.

Fogwill --sus libros los firma sólo con su apellido y así le gusta que lo llamen-- interviene esta semana en un ciclo de conferencias de CaixaForum en Madrid titulado Narrar en la era de la imagen , en el que dialogó con el escritor Iván de la Nuez sobre Instrucciones para violentar el pasado y reflexionará acerca del tratamiento que le da a los temas históricos.

Pequeña historia

Los pichiciegos es una de las mejores novelas de este escritor, que está considerado uno de los principales narradores argentinos actuales, a la altura de Ricardo Piglia y de César Aira.

"Yo siempre digo que voy a pasar a la pequeña historia de la literatura argentina como uno de los treinta mejores escritores vivos. Piglia está junto a mí entre los mejores, y también Aira, aunque cada uno tiene sus cosas", bromea Fogwill.

"Aira dirá de mí que soy histérico, subversivo, incontrolable, y yo digo de él que escribe demasiado", afirma sin rodeos el autor de La experiencia sensible , En otro orden de cosas , Urbana , Help a él y Un guión para Artkino , publicadas en España las tres primeras por Mondadori y las otras dos por Periférica.

Fogwill escribió Los pichiciegos , en 1982, en plena guerra de las Malvinas, en un momento en el que estaba "muy cargado de odio a la guerra, al Gobierno argentino y, obviamente, a los ingleses".

Novela delirante

La novela, delirante a veces, está protagonizada por un grupo de soldados argentinos que, tras construir un refugio subterráneo, desertan e intentan sobrevivir facilitándole información a los ingleses a cambio de pilas, comida o cigarrillos, entre otras cosas.

Con humor cáustico, Fogwill refleja en la novela lo absurdo de la guerra, aunque su intención no fue escribir un libro antibelicista. La escribió "a velocidad de vértigo", en tan sólo tres días, "no contra la guerra, sino contra una manera imbécil de hacer la guerra y la literatura".

Ese grupo de desertores que vivían bajo tierra (el pichiciego es un animal parecido a los topos) no existió y es fruto de la imaginación de Fogwill, que "desde el principio de la guerra" supo que Argentina no podía ganar. "El 99% de la población pensaba lo contrario".

Si ahora tuviera que escribir esa novela no sabe en qué guerra la situaría, porque "no hay ninguna" que lo "subvierta".

"Ahora, la gente progresista del mundo, con la que comparto muchas miradas, está indignada con lo de Irak", afirma Fogwill, a quien no le indigna lo que sucede en Irak "ni en Irán". "Más aún, las autocracias fundamentalistas me inspiran cierto respeto", añade, provocador como siempre.

En los Cuentos completos están todos los de este narrador, salvo "cuatro o seis" que él no ha querido incluir porque "eran malos". "Quiero morirme con los que aparecen aquí", comenta este narrador, que escribe sus cuentos "como al dictado de una voz".

Fogwill admira "mucho" a Miguel Delibes y siente de veras su muerte. Cuando vino por primera vez a España dijo con su franqueza habitual que el autor de El camino era el único escritor español que le interesaba y los críticos se le echaron encima.

"Decían que Delibes era comunista, académico y viejo, pero yo creo que su obra es lo menos parecido a un comunista y a lo que se odia del comunismo. Los santos inocentes me sigue erizando la piel", asegura.