Francis Ford Coppola entra en el Gran Café Tortoni y su propia leyenda lo acompaña como una sombra. "Es él, ¿no?", susurran en las mesas. El Tortoni tiene 150 años de antigüedad y está abarrotado de turistas. Hay una cantante de tango que destila su lamento. Hay una orquesta que la acompaña. Y, en medio de las desafinaciones, los actores se preparan para rodar en la madrugada una escena de Tetro , la nueva película de Coppola, producida por Zoetropa Argentina, su propia compañía, y Tornasol Producciones, de España. La historia pasa en una Buenos Aires actual. Y, con la ciudad de trasfondo, dos hermanos, los hijos de un director de orquesta y compositor, se reencuentran y vuelven a escribir sus vidas en clave dramática. "Es emocionante estar aquí, aprender el español, disfrutar de una ciudad tan intensa y con una gran tradición literaria y musical", le cuenta a EL PERIODICO.

--Usted suele decir que con Youth without youth , su última película, de bajo presupuesto, inició una etapa diferente como director. ¿Qué es lo que ha dejado atrás?

--Los años, en principio. Ya estoy más viejo y siento que me he pasado la vida haciendo películas comerciales, como un director profesional, sin poder escribir guiones originales. Siempre quise hacer son películas más personales.

--¿Las que quiso hacer cuando era un estudiante?

--Sí, películas como las de Akira Kurosawa o las de los grandes directores europeos, Michelangelo Antonioni y Federico Fellini, artistas que fueron muy importantes para mí. Ese deseo siempre estuvo. Ahora tengo algo de dinero. El negocio del vino me abre en estos momentos otras posibilidades. Entonces me dije, "¿qué harías si de repente tuvieras un millón de dólares?"

--Es una buena pregunta...

--Bueno, mi respuesta está aquí, en Buenos Aires. Ahora hago lo que siempre quise: realizar y financiar mis propias ideas personales con total independencia.

--Pero usted siempre ha realizado películas muy personales.

--Bueno, si, al menos lo he intentado. Pero era bastante difícil llevarlas adelante cuando había tantas personas en el medio, y cada uno diciéndote lo que cree que tendrías que hacer. Ya no me sucede, por suerte, porque soy mi propio productor, uso mi dinero, hasta pago los salarios. Es en ese sentido que Youth without youth me permitió, a partir de la lectura de la novela de Mircea Eliade, pensar en una manera poco convencional de hacer cine.

--La película cosechó opiniones encontradas...

--La crítica la consideró demasiado confusa, demasiado onírica...

--¿Es como si siempre estuvieran esperando que vuelva a hacer El padrino

--¿Sabe, qué? Tengo una gran familia, la misma esposa desde hace 47 años, una compañía exitosa, mi propio avión... Estoy muy contento con mi vida: no me preocupa lo que la gente dice porque, al menos en una primera impresión, no le gustan mis películas. La conversación y Apocalypse now , por ejemplo, no fueron populares ni reportaron ganancias. Tampoco lo fue Rumble fish, que es uno de mis filmes preferidos. Mis películas comienzan a tener otra recepción después de 20 años.

--¿Cuánto tiene Tetro de autobiográfica además de que el padre del protagonista es un director de orquesta, como lo fue el suyo, Carmine Coppola?

--Es como si estuviera hablando de mi propia familia, hay muchas cosas presentes, pero en otro sentido, como en toda ficción, no lo es. Tetro es una tragedia. Y mi padre fue una maravillosa persona.

--Hablaba antes de su fascinación por Buenos Aires...

--La ciudad tiene tantos restaurantes y teatros... La gente, además, es muy amable. Los actores argentinos son muy dúctiles y entusiastas. Y el barrio de La Boca, donde estamos filmando, es un lugar único con sus casas de lata y sus aceras altas. Se ajusta a las texturas que estaba buscando. Sí, me gusta estar aquí. Es una aventura diferente. Por eso me quedaré a realizar todo el proceso de edición y posproducción, que se demorará unos nueve meses. En principio me dije: Buenos Aires es como San Francisco. Pero no, se parece más a Nueva York.

----Ya que habla de su país, supongo que tiene decidido su voto...--Hemos pasado 10 años difíciles, ¿para qué agregar más?