Ha pasado por todos los estamentos políticos en el ámbito de la cultura. Licenciado en Filología Hispánica, durante su estancia en Madrid compaginó su labor docente con la teatral en la compañía Guirigai, hasta que en 1984 se incorpora a la Diputación de Badajoz con una beca para catalogar la biblioteca del Centro de Estudios Extremeños. Francisco Muñoz Ramírez (Zarza Capilla 1953), casado y padre de dos hijos, se incorporó al Departamento de Publicaciones y en el 92 a la dirección del Área de Cultura, donde llevó la gestión cultural de la Expo 92 y más tarde compaginó su tarea con la dirección del teatro López de Ayala. Llegó a la política al salir elegido concejal por el PSOE en la lista que encabezó Ricardo Luengo: «Entonces pasamos de 15 a 8 concejales», recordó. Poco después fue nombrado consejero de Cultura, cargo que ejerció hasta 2007, cuando regresa a la diputación, donde ahora se jubila.

-¿Cómo fue su tiempo de teatro y su paso a la gestión?

--Hacíamos de todo, de técnico. de productor; hicimos Los títeres de cachiporra, de Lorca, y La viuda valenciana, de Lope. Luego enseñé en un colegio en San Blas y en el 84 surgió la posibilidad de venirme y entré en la diputación.

--¿Cómo ha sido la evolución desde la gestión a la política?

---En lo personal, muy grato. Los 12 años al frente de la consejería fui feliz profesional y políticamente; tuve ocasión de hacer muchas cosas relevantes para la región, como las primeras leyes culturales que llegaron a la Asamblea, la Ley de Bibliotecas en el 96; la de Patrimonio Histórico y Cultural en el 99; la creación del Instituto de la Mujer y el de Juventud; la de Archivos, el Proyecto Alba Plata que consiguió 3.600 millones de pesetas, algo inusual, o la creación de la área de rehabilitación integral en los conjuntos históricos; la creación de la Orquesta de Extremadura, la Orquesta Joven, el coro; el cambio de los Premios Extremadura a la Creación que los presidía José Saramago. Muchas cosas.

--Y en el ámbito político ¿Se produjo un cambio cultural?

--En el 92, la Expo fue un escaparate en el que todo el mundo quería estar, los municipios, las comarcas, y por primera vez la cultura dejó de ser un cohete de feria. Hacían falta dos cosas: profesionales que la gestionaran e instrumentos que dieran continuidad y agilidad a la programación. Esas personas fueron los gestores culturales y los instrumentos instituciones como el Consorcio López de Ayala y otros muchos. Fue una época muy fructífera, porque había interés, gana y no había crisis, esenciales.

--¿Ha habido normalización del hecho cultural? ¿Qué destaca?

-.Todavía estamos saliendo de la crisis y eso ha afectado de manera singular a la cultura. en los presupuestos y en la importancia que se daba al hecho cultural. Lo más importante en estos años, en Extremadura, es sin duda la pérdida de complejos; la autoestima de muchos extremeños conscientes de un pasado y hechos históricos y de una región con mucha riqueza y muchas posibilidades. Creo que eso es lo principal.

--Y ¿cómo se vive eso en Badajoz como ciudad?

--Badajoz no se puede separar del conjunto. El teatro López de Ayala interesa a Badajoz, pero interesa a la región, porque compañías como Joglars y otras saben que existe un teatro que se llama López de Ayala y eso tiene un efecto positivo para la región. Si los municipios pequeños dicen cuánto gastáis en el López de Ayala, es un error, porque una programación rica supone una proyección positiva de toda Extremadura.

Badajoz siempre ha tenido compañías de teatro, aunque ahora están algo dormidas: hemos tenido escritores relevantes, agitadores culturales como Ángel Campos y Fernando Pérez, que se implicaban y generaban una riqueza y un ambiente muy enriquecedor. Tenía a uno de los mejores traductores del portugués en España, como Ángel Campos; o a Fernando Pérez para dirigir la Editora Regional.

--¿En la diputación hay reticencias entre pueblos y ciudad?

--Ninguna. La diputación es un aliado indiscutible de los municipios, un magnífico colaborador de los ayuntamientos.

--¿Tiene ahora algún proyecto personal?

--Me gusta escribir, soy una persona muy inquieta, no vivo del pasado, y si no me moviera yo mismo, tengo hijos que me estiran la mente. Ahora quiero terminar una cosa que traigo entre manos, literatura creativa.

--¿Cómo vive este momento?

-Con gratitud, todo lo hecho no lo hace uno solo, sino con un equipo magnífico como el que he tenido y con colaboración entre las instituciones. En este sentido, tanto las diputaciones como las cajas, han sido colaboradores de primer orden, junto a personas y colectivos que no es posible citar a todos.