La libertad no conduce a la felicidad. Y el momento presente favorece las elecciones personales, pero no resuelve los conflictos. Los hombres sufren y no hallan consuelo. En La decisión de John , el último estreno del Festival de Teatro de Badajoz (hoy, en el teatro López de Ayala de Badajoz, 21.00), la libertad que manejan sus personajes no aclara sus vidas sino que la precipita al conflicto.

Es un ejemplo de nuevo teatro, realista e impredecible, que define las cambiantes relaciones sociales.

Esta constituye la segunda aventura de Teatro del Noctámbulo con el teatro inglés, después de El hombre almohada , de Martin McDonah. Nada deliberada, aclara el actor y fundador de la compañía José Vicente Moirón. "Estuvimos buscando y hallamos esta obra que contiene los requisitos que nos gustan, especialmente una dramaturgia nueva". Pero también diálogos al servicio de personajes intensos y situaciones de conflicto.

En esta pieza de Mike Barlett hay sexo "pero no es su asunto", aclara Denis Rafter, director de este montaje. Sin embargo, una de las acepciones del título original, Cock , es precisamente polla . Este título crudo desaparece en la traducción de Isabel Montesinos por el más (en este sentido) inocuo La decisión de John , que describe la encrucijada de su personaje principal.

El montaje original se estrenó en Londres el 13 de noviembre de 2009 y permaneció en cartel hasta el 19 de diciembre con las entradas agotadas desde un mes antes de la primera representación. Barlett había llamado la atención en 2005 con su drama Comfort y en 2007 estrenó My Child . La producción sorprendió ya que transformó la sala principal del Royal Court en un vagón de metro.

CREATIVIDAD Rafter se encontraba el miércoles ajustando los últimos detalles con el elenco de la obra encabezado por José Vicente Moirón, al que acompañan Gabriel Moreno, Isabel Sánchez y Javier Magariño. No tiene nervios. O si los tiene, dice, los utiliza "porque de ahí sale la creatividad". "Una obra no termina de crecer hasta el momento del estreno", añade. Recuerda una anécdota protagonizada por el director Peter Brooks, al que el día del ensayo general de uno de sus montajes lo encontraron hablando en la cafetería del teatro con un niño. Este le había escrito tras haber visto un ensayo anterior y le había mostrado su desacuerdo con el tratamiento de uno de los personaje. Brooks tomó nota de aquellas palabras.

Así que, en ese estado de concentración, Rafter sigue cazando sugerencias sobre esta pieza difícil de definir. Lo intenta José Vicente Moirón: "Juega con la comedia. Aparentemente todo discurre de un modo ligero y de repente su autor mete duras reflexiones que te llegan como una bofetada".

El actor extremeño vuelve a ser zarandeado, como ocurría con su personaje de escritor atormentado en El hombre almohada . "Es víctima del egoísmo de su novio, de la mujer que lo quiere como novio y de su padre. Pero a la vez, él mismo ejerce la tiranía con los demás".

Y es este, el del egoísmo, el centro de la función. "Habla de sexualidad, sí, pero de una sexualidad asumida como normal", dice Moirón. Es decir, de la relación entre dos hombres que se ve cuestionada cuando uno de ellos conoce a una mujer, "la chica de sus sueños". La atracción es tan intensa que duda sobre su futuro. Pero aún así intenta salvar la convivencia con su novio.

"A lo que apunta la función no es, cómo ocurría antes," --explica Denis Rafter-- "quiénes somos sino qué somos". Y esta "libertad de ser lo que se es" contrasta con lo que ocurría hace años, cuando situaciones similares resultaban incomprensibles. A causa de la religión, "el sexo tenía una importancia negativa".