El escenario del Conventual de San Benito abre esta noche sus puertas para dar comienzo al XXVI Festival de Teatro Clásico de Alcántara. Y lo hace por todo lo alto, con Juan Luis Galiardo, quien da vida al mezquino Harpagón, en el clásico de Molière El Avaro . La obra, dirigida por Jorge Lavelli, ha cosechado un gran éxito desde su estreno el pasado abril en el María Guerrero de Madrid.

Tras pasar por el Gran Teatro de Cáceres en Junio, Galiardo y El Avaro vuelven a Extremadura, una región "llena de recuerdos emocionales", confiesa, mientras rememora su infancia y juventud en tierras pacenses. "Para mi la representación en Alcántara será tan mágica como todas las que ya hemos hecho", asegura el actor, que además valora el esfuerzo realizado por el pueblo de Alcántara para llevar allí su obra.

OBRA UNIVERSAL El Avaro surge de una necesidad del propio Galiardo de embarcarse en una obra universal, por lo que le propuso al director Jorge Lavelli llevarla a escena. "La obra habla de la destrucción de la familia, uno de los problemas más fuertes de la sociedad, por culpa del dinero, que se ha convertido en el único referente, como lo es para el personaje de Harpagón",añade el veterano actor.

"En estos momentos de crisis, la obra es una crítica perfecta", afirma, y confía en que el "exceso" de ese patético personaje haga sonreír, pero también pensar. "Es una obra que gusta mucho a los jóvenes", dice Galiardo, "porque les permite verse reflejados a ellos mismos y a su entorno".

Pero no es la primera vez que El Avaro se representa en Alcántara. Rafael Alvarez ´El Brujo´ ya trajo el clásico de Moliére, pero con una visión diferente a la de Galiardo. "Nosotros hemos querido mantener la esencia de la obra", explica el actor.

ETERNO TEATRO Desde su veteranía, Galiardo hace una reflexión sobre el teatro, al que considera estar pasando momentos de adaptación, y también como el escape de una sociedad cansada de realidades virtuales. Apunta, además, que frente a la deshumanización de la televisión y las nuevas tecnologías, el teatro "iguala a la vida", y por eso "nunca muere".

"El teatro, cuando es un foro de pensamiento, escuece aunque entretenga, por eso la gente prefiere ver la televisión", sentencia y añade que este es un gran espectáculo que no puede ofrecer la pantalla.