Ni los hermanos Coen ni las canciones de Abba ni el encanto de Brujas ni el inquebrantable espíritu feliz de una treintañera pudieron con la incursión de Woody Allen en laberintos de tópicos y pasiones. Vicky Cristina Barcelona se alzó en Los Angeles con el Globo de Oro a la mejor comedia del año. Y el premio de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood colocó la película rodada en España por el neoyorquino en un palmarés que, en su apartado cinematográfico, quedó dominado por las emociones.

Hubo triunfo absoluto con pleno de cuatro sobre cuatro de Slumdog millionaire , la fábula dirigida por Danny Boyle. Se rindió un homenaje al malogrado Heath Ledger con una estatuilla póstuma por su Joker. Y con el premio y el discurso de Mickey Rourke se vivió una historia de resurgimiento de las propias cenizas casi tan estremecedora como la ficción de The Wrestler .

HUELGA DE GUIONISTAS Sola en la alfombra roja, Cruz fue el único rostro famoso y glamuroso representando a Vicky Cristina Barcelona en el Hotel Beverly Hilton de Los Angeles, adonde volvió la fiesta de los Globos de Oro después de que el año pasado la huelga de guionistas transformase la gala en una simple lectura de premiados. Subida al escenario con varios de los productores para recoger el premio a la mejor comedia, Cruz contribuyó a renovar la atención a una cinta muy bien recibida por la crítica estadounidense.

Ante quien no pudo hacer nada Cruz fue ante Kate Winslet, una actriz nominada ya, a sus 33 años, en cinco ocasiones a los Oscar pero poco acostumbrada a los premios y que ayer, por fin, se bañó en oro. Por partida doble. La británica ganó como actriz de reparto por su trabajo en The reader . Y casi tres horas más tarde volvió a subir al escenario para, tan emocionada como la primera vez, aceptar el premio de mejor actriz dramática por Revolutionary road , la adaptación de la novela de Richard Yates en la que le ha dirigido su esposo, Sam Mendes, donde se ha reunido con su compañero de reparto en Titanic , Leonardo DiCaprio y donde ha hecho sobrecogedora carne la frustración.

Del mismo modo que lloró Winslet lloró su compatriota Sally Hawkins al aceptar el premio de mejor actriz de comedia por Happy. Un cuento sobre la felicidad . Pero cuando se tensaron más las emociones fue en otros momentos. Todo el salón se puso en pie para celebrar el premio a Heath Ledger, que recogió Christopher Nolan. "Se le echará eternamente de menos, pero nunca se le olvidará", afirmó el director de El caballero oscuro .

Lo más granado de Hollywood también se puso en pie y se unió en una ovación en otra ocasión. Los cerca de 90 periodistas que deciden los Globos, habituados a rendir pleitesía a la fama y el star power, habían acotado un quinteto de finalistas en la categoría de actor dramático dominado por interpretaciones plagadas de talento. Pero no eligieron a Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Sean Penn o Frank Langella. Premiaron a Mickey Rourke.

Rourke, al que las lágrimas han vencido en más de una ocasión durante la promoción de la película de Darren Aronofsky, las dominó el domingo. Pudo con ellas al recordar cómo los productores amenazaban con retirar la financiación si él era el protagonista. "A veces, cuando estás solo, todo lo que tienes es tu perro y ellos significan todo para mí", dijo en una desgarradora confesión de soledad.

La noche se impregnó, sobre todo, del espíritu de fiesta del equipo de Slumdog millionaire, premiada en cuatro categorías grandes: drama, dirección, guión y banda sonora. Pero hubo también espacio para triunfos individuales. Martin Scorsese entregó el premio honorífico a Steven Spielberg. Wall.e ganó en la categoría de animación. Y el documental de animación israelí Waltz with Bashir se alzó con el Globo de Oro a la mejor película extranjera.