u humildad natural le ha mantenido en segundo plano duran- te mucho tiempo, es- condiendo el escritor inconfor- mista e íntegro, amante del ofi- cio, al que ha dedicado buena parte de su vida. Y es que Gon- zalo Hidalgo Bayal, nacido en la localidad cacereña de Higue- ra de Albalat, allá por 1950, es “de buen conformar”, y de más difícil entrevistar porque como un Sócrates de nuestro tiempo, pretende la ignorancia en la sa- biduría.

-¿Cómo evaluarías la situa- ción de las letras españolas? -No me considero capaz de de- cidir sobre el panorama gene- ral, porque tengo demasiadas lagunas y porque tendemos a disminuir los méritos del pre- sente, no sé si con razón o sin ella. Por mi parte, puedo decir que hay autores de todas las edades, o generaciones, a los que leo con fervor.

-¿Existe un nacionalismo en la escritura o las letras son ajenas a la política?

-El nacionalismo es sólo una opción política más, desafortu- nada, por otra parte. La política es más amplia y admite todas las opciones literarias, desde la militancia (que no me interesa y suele ser perecedera) hasta el desprecio (que no deja de ser una forma rebelde de militan- cia) o, con muchos grados y matices, la indiferencia.

-¿Gonzalo Hidalgo sigue bus- cando una situación de “escri- tor escondido”?

-Nunca he buscado (o eso creo) ni el escondite ni la manifesta- ción. Soy de buen conformar.

-¿Cómo definirías la obra de Landero y cuál ha sido su aportación a las letras?

-Me gustan de Landero la mira- da piadosa, la voz reflexiva, los personajes que dan sentido a su insignificancia, la perfec- ción de la prosa, etcétera.

-¿Qué queda del Gonzalo Hi- dalgo que sobrevivía en Ma- drid empaquetando medici- nas?

-Todavía paso a veces por la Costanilla de los Desampara- dos, por Atocha, y evoco aque- llos tiempos de indigencia. Al- gunas habilidades nunca se pierden. Y somos lo que vamos siendo.

-¿Escribir es una forma de in- mortalidad?

-No creo. Puede haber textos inmortales, pocos, pero no es- critores. Otra cosas es que a ciertos efectos textos y autores se identifiquen, como si fueran sinónimos. No obstante, cada uno puede engañarse a su ca- pricho. La pregunta me recuer- da la respuesta de un personaje de ‘A bout de souffle’, un nove- lista, cuando declara a un pe- riodista sus aspiraciones: ser in- mortal y después morir, dice.

-¿Te ocurre como a Borges, que está harto de ser Gonzalo Hidalgo, y le gustaría cambiar- se?

-Si no me equivoco, vivimos en continua paradoja: estamos har- tos de todo y no nos cambiaría- mos por nada.

-¿Kafka es un referente en Para- doja del Interventor?

-Incluí a propósito la palabra “a- grimensor“ en el texto, pero quiero pensar que hay otras refe- rencias.

-La poesía, la novela, el ensayo

o el relato corto, ¿en qué esce- nario de las letras se siente más cómodo y por qué?

-La novela da mucha tranquili- dad. En términos laborales, sería como un contrato indefinido.

-¿Cómo se definiría Gonzalo Hidalgo Bayal?

-Aquí no sé qué decir. No por las complejidades del objeto, sino por las deficiencias del sujeto.

-¿Al volver la vista atrás se ve la senda donde quedaron las hue- llas, como dice Machado?

No hace falta volver la vista