Tras el periplo por los boleros cubanos clásicos del disco La guapería (2019), Antonio Zenet (Málaga, 1967) se descuelga recorriendo sus logros de estos años en dos volúmenes grabados en vivo, Contigo directos, disponibles por ahora solo en formato digital.

--¿Por qué dos discos en directo, y como volúmenes separados?

--Fue el público el que me los pidió, con el repaso a los mejores directos. El primer volumen tiene un concepto de big band, y el segundo recoge los momentos más íntimos, igualmente con ese lenguaje viajero que te transporta tanto a una calle de París como a un club de Nueva York.

--Y tiene otro en la recámara.

--El de duetos, Zenetianos. Nos queda un poco menos de la mitad por grabar, pero ya puedo decir que estarán Coque Malla, Rozalén, Pasión Vega...

--Las canciones de ‘Contigo directos’ son propias, excepto ‘Na de na’, su adaptación de ‘Non, je ne regrette rien’, de Édith Piaf. ¿Identificación total con el mensaje de no arrepentirse de nada?

--Claro, es un guiño a mis orígenes, cuando la grabé en Los mares de China (2008). En castellano canto no reniego de na, remarcando la erre y sintonizando con la sonoridad original de Édith Piaf. Es como decir ‘que me quiten lo bailao’, de forma muy elegante.

--Conecta con el espíritu de esa carrera suya, tan poco ortodoxa.

--Yo intenté formarme en todas las ramas de las artes escénicas, incluso las plásticas, y escuchando en casa lo mismo Silvio Rodríguez o Atahualpa Yupanqui que Chet Baker o los Beatles. La heterodoxia me viene de ahí.

--¿Cómo nació ese proyecto en el que el jazz y el swing confluyen con la copla, el bolero, el tango o la bossa nova?

--Tuve una epifanía cuando Ketama comenzó a revolucionar el pop con el flamenco. Todo se mezclaba en la misma olla, y yo quería estar en ella. Me cabreé con mi grupo, Sur S. A., paré un tiempo, y di con el bolero, y ahí entendí que lo melódico, mirando un poco a la canción antigua, era un terreno perfecto para mí.

--¿Qué se propuso hacer?

--Me gustaba My funny valentine por Chet Baker, y esa atmósfera no la logré de primeras, pero sí más tarde, en La menor explicación (2012). Uniendo el lenguaje castellano, vocalizado como un instrumento más, y ese sonido que se parece a una banda sonora de Woody Allen. Con la voz muy inmersa, no tratada como en el pop, y pidiendo un relato con la literatura de la canción: mientras canto, el violín despliega su relato sonoro.

--En los boleros y tangos clásicos, las relaciones y los roles de género seguían las leyes de su tiempo. ¿Qué le parecen los debates en torno a la revisión del pasado?

--Si ahora hay que tumbar las estatuas de Colón habría que hacer lo mismo con las pirámides de Egipto y con las obras de los emperadores de Rusia, y de Francia... Los cimientos de la humanidad están hechos de sangre, sudor y lágrimas. Lo que hay que hacer es tratar de que las generaciones venideras tengan la cultura suficiente para entenderlo.