La ciudad de la Alhambra lloraba ayer intensamente la desaparición de uno de los suyos. Tras el homenaje en Madrid, su ciudad de residencia, Enrique Morente hizo su último viaje a Granada para sentir el aliento de su tierra. Entre susurros y con la poesía de García Lorca que tanto amaba, los granadinos dieron su adiós al maestro, que descansa ya en el Cementerio de San José, mirando al palacio nazarí. Miembros de peñas flamencas, academias de baile o simples aficionados fueron desfilando ante el féretro en medio de un silencio sepulcral, solo roto por los llantos. De luto riguroso, y con la huella de tres días de dolor en el rostro, su familia y conocidos iban entrando a la capilla ardiente por el lateral. El momento más intenso se vivió cuando Estrella Morente, su hija mayor, dedicó un último cante antes de que la familia entera se derrumbara sobre el féretro entre lágrimas. Con el público aún en pie coreando "olés" y recitando improvisadas poesías, el ataúd salió a la calle entre aplausos. La comitiva enfiló la cuesta de la Alhambra mientras algunos paisanos, que no pudieron entrar al teatro, lanzaban rosas rojas a su paso. Pese a lo desafiante del camino, muchos se animaron a subirla para acompañarle hasta el cementerio, donde la familia realizó el sepelio en la intimidad.