El poeta y crítico literario extremeño Félix Grande señala que el hambre y el miedo son dos consecuencias de la guerra aunque de distinto nivel, porque mientras el primero se olvida, el segundo "se instala para siempre en la conciencia humana". Félix Grande hizo esta afirmación en su conferencia sobre "Los desastres de la guerra" en el curso de verano de la Universidad Complutense "Los conflictos bélicos contemporáneos en el periodismo y la literatura".

En su intervención, el escritor recurrió a la experiencia que su familia vivió durante la Guerra Civil, que ha plasmado en su novela La balada del abuelo Palancas , donde su madre aparece como uno de los personajes.

Grande, que obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1978, presentó al hambre como "heredero directo de cualquier guerra", mientras que el miedo "se convierte en un elemento que se instala para siempre en la conciencia humana". Para el poeta, cuyo padre luchó con el bando republicano, fue el miedo lo que hizo que su madre, que tras la guerra padeció ataques de histeria y que en una ocasión intentó suicidarse, "viviera con el agarrotamiento de que cualquier día sucediese algo trágico".

En esta línea, Grande, que leyó algunos pasajes de su libro en el que se narra como el terror se apoderó de su Mérida natal cuando se empezaron a oír los disparos de los fusilamientos y el olor del humo de los crematorios llenaba las calles de la ciudad, apuntó que la única diferencia entre el miedo y el hambre es que éste último "se olvida", mientras que el primero "se queda a vivir como un elemento fundamental de la conciencia".