¿Acaso puede un libro aproximarse a un hombre o será que nunca podrá hablar más que de su máscara? Eso se pregunta Javier de Isusi. Ya lo dijo también Fernando Pessoa: ‘Si después de morir, quieres escribir mi biografía / no hay nada más sencillo. / Tiene sólo dos fechas: la de mi nacimiento y la de mi muerte. / Entre una y otra todos los días son míos’.

Los novelistas, los dibujantes y guionistas de cómic, los dramaturgos, los coreógrafos, los poetas han intentado acercarse a eso inasible que es la vida de alguien: sus pensamientos, sus sentimientos, lo que se oculta incluso a sí mismo, las diferencias entre su vida pública (a Oscar Wilde, por ejemplo, se lo rifaban en todas las fiestas, en todas las reuniones: porque era irónico, chispeante, divertido: debía de ser, también, agotador, porque nadie puede ser brillante las 24 horas del día) y su vida privada. Recuerdo a Iván Ferreiro escribiendo que un día estaba con un amigo en un bar (ahora mismo no encuentro el artículo, porque la web no es infalible y las páginas desaparecen) y su amigo tenía problemas y no los dejaban hablar. Muchos de los fans le respondían que él se debe a su público: no a un amigo probado («a los amigos que tengas bien probados, sujétalos a tu alma con cercos de acero», decía Shakespeare): a un montón de desconocidos a los que les gusta tu música. Debe de ser difícil vivir así.

Una canción funciona, nos contaba Ferreiro en ‘Jot Down’, cuando tiene por lo menos dos sentidos: lo que crees que dice, y lo contrario de lo que crees que dice (…) Por un lado, tengo cierto pudor e intento esconder las cosas, y por otro, como soy yo el que maneja la letra, trato también de salir muy guapo y sacar lo mejor de mí, vestirme bien y enseñar lo que me gustaría que los demás vieran.

Con la literatura, con el teatro, ocurre lo mismo: por más terrible que sea el mensaje que uno lanza, siempre se viste bien. O se intenta vestir bien, que novelas malas conocemos todos unas pocas. Javier de Isusi ha contado los últimos tres años de la vida de Oscar Wilde, que murió exiliado en París en noviembre de 1900, tan sólo tres después de salir de prisión, en la ruina moral y económica, alcoholizado e incapaz de escribir una línea. Su libro desciende a los infiernos y, por eso, se titula ‘La divina comedia de Oscar Wilde’. Hemos querido empezar por un libro de acuarelas y en sepia porque los libros no caducan, pero ahora tienen poco recorrido en librerías y les ocurre como a las series: hay que darse prisa. Tenemos estrés hasta de ocio.

Y es que a veces confluyen, bastante cerca, varios planes a la vez. Mérida se transforma en la villa romana que fue este fin de semana gracias a Emerita Lvdica, con dos mercados romanos llenos de exquisiteces, talleres de mosaicos y cerámicas, un desfile de entrada de las legiones romanas, la representación de un rito religioso de agradecimiento a los dioses por la abundancia de nuestra época (o lo que sea que agradezcamos)... Y nos contarán cómo era el universo amoroso de los grecolatinos y cómo era una castra romana, un campamento militar en el que uno puede conocer mucho más de la historia del ejército desde la segunda Guerra Púnica hasta los comienzos de la época imperial, catapultas incluidas.

Conoceremos también la historia de Clavdia Sepronia, la matrona de Avguvsta Emerita que ayudaba a nacer a los niños. Nos contarán cómo se hacía el perfume en la antigüedad y cómo eran la vida cotidiana y sus ritos y quién era el Claudio que retrató Robert Graves pero con una ópera en la que 16 cantantes interpretarán a más de 50 personajes en el teatro romano de Mérida. El compositor Igor Escudero pone la música y la dirección escénica es de Marta Eguilior. Puede ser apasionante.

Pero también están Los Palomos, en Badajoz. En la librería Tusitala, esta tarde, a las siete, estará Amaranta Gómez Regalado, que hablará sobre la identidad Muxe indígena mexicana. Ella es secretaria de la Coalición Mexicana LGBTTTI+, y dirige el Fondo Internacional Trans. Llevamos casi una década ya de celebración de Los Palomos, este año con un discurso de odio que lo impregna casi todo y con debates que no deberían estar jamás encima de la mesa en ninguna sociedad avanzada como la extremeña (sí, somos una sociedad avanzada, en pueblos y en ciudades). Los ‘muxes’ son… no hay una definición aceptada y, obviamente, Gómez Regalado lo va a contar mejor que yo. Pero en la ‘muxeidad’ hay muchas capas y no todos se identifican o son identificados de la misma forma. A algunos les llaman en femenino. A otros, en masculino. Son hombres que se visten de mujeres, pero no solo. Es un tercer género: hay hombres y mujeres y algo en medio. Sobre esto ayuda a reflexionar Palomos. Y además, Badajoz está preciosa porque se han pintado murales con las caras de Lorca, Oscar Wilde o Cristina ‘La Veneno’ y Chavela Vargas. Los vecinos quieren que se queden. Ojalá. Una ciudad con ellos es mucho mejor. Necesitamos referentes cotidianos, también. ¿Se imaginan que un niño pregunta quién es ese señor y le leen ‘El príncipe feliz’?