En la vida, por más que uno sepa adónde quiere ir, el viaje lleva tiempo. Para Duncan Jones, de 38 años, el punto de destino empezó a delinearse de niño, cuando su padre hacía con él películas en stop motion , ponía en sus manos libros de autores como George Orwell o le llevaba a rodajes como el de Laberinto . Cosas de ser el hijo de David Bowie. Hubo desvíos (estudió filosofía) pero el paso por la escuela de cine de Londres, un trabajo con Tony Scott y la inmersión en el mundo de la publicidad y los vídeos musicales volvieron a enfocar el objetivo: Jones quería ser director de cine. En las salas de EEUU se proyecta desde hace unos días Moon , constatación de que el viaje se ha completado. Desde que se estrenó en el Sundance, en el mundo de la ciencia ficción ha nacido una de esas estrellas con espacio casi garantizado para el culto.

Hace tres años, Jones se encontró con Sam Rockwell para proponerle un papel en Mute, la que pensó sería su opera prima, la historia de Sam Bell, un hombre que está a punto de concluir el trabajo de extracción de mineral que le ha mantenido tres años solo en la Luna cuando descubre que es un clon.