Hollywood ya tiene un nuevo y poderoso socio: China. Como el resto de las industrias estadounidenses, los grandes estudios ven en el gigante asiático una ascendente estrella en la que piensan invertir más de 150 millones de dólares (unos 125 millones de euros) en los próximos años.

Tres factores han convencido a los ejecutivos del necesario desembarco. Por un lado, el imparable crecimiento de la economía china y el ahorro en los costes de producción que supone trabajar allí. Por otro, el potencial del mercado doméstico, que crecerá de los 500 millones de dólares (416 millones en euros) en el 2004 a 1.200 millones (1.000 millones de euros) en el 2007.

A esto se une el auge en occidente del cine de artes marciales y la popularidad de los directores chinos, que están batiendo récords de taquilla en Estados Unidos desde que en el 2000 se estrenó Tigre y dragón , dirigida por Ang Lee (la película extranjera que más entradas ha vendido en las salas norteamericanas), así como otros éxitos de público como Deseando amar , de Wong Kar-Wai, o las más recientes La casa de las dagas voladoras , de Zhang Yimou, y Kun-fu-sion , de Stephen Chow.

Todo esto hace que Hollywood quiera convertir a China en una potente base de operaciones para la producción de filmes. Walt Disney, por ejemplo, planea una nueva versión de Blancanieves en clave de artes marciales, cambiando a los enanitos por monjes dirigidos por Yuen Woo-Ping, director de las escenas de lucha de títulos como Kill Bill y Matrix . Parece una broma, pero no lo es.

Coproducciones

Columbia TriStar Pictures ya está financiando largometrajes en el país asiático, y es de hecho el estudio occidental más introducido en este mercado, donde ha producido y distribuido Kun-fu-sion (de la que ya están preparando la segunda parte), dos filmes de Yimou: La casa de las dagas voladoras y El camino a casa , o 2046 , de Wong Kar-Wai, que llegará en agosto a las pantallas estadounidenses.

También Warner Brothers se ha lanzado al mercado chino a través de un acuerdo de inversión conjunta con otros dos estudios locales para coproducir filmes que estarán exentos de la cuota de 20 películas extranjeras por año y ha invertido en más de 70 cines. "Tenemos actores y directores muy conocidos que pueden atraer inversiones de todo el mundo", dice Ren Zhonglun, socio de Warner Brothers. "Vamos a ver muchas cintas norteamericanas con componentes chinos", subraya un productor de Miramax en Asia.

Por su parte, el hábil Harvey Weinstein, que no quiere quedarse sin su trozo de pastel, anunció en junio en el Festival de Cine de Shanghai que su nuevo negocio, Weinstein Company, ya ha adquirido los derechos de distribución de La promesa , el próximo largometraje de Chen Kaige que, con 30 millones de euros, es uno de los más caros en la historia del cine chino.

Presión al Gobierno

El dinero llega mientras los ejecutivos estadounidenses continúan luchando por estrenar sus cintas en el país asiático y presionan al gobierno para acabar con la piratería, además de apostar por nuevos y lucrativos negocios en televisión, internet y teléfonos móviles.

Por último, otros dos signos de la buena salud del gigante asiático: ya está funcionando la versión china de la revista Variety y The Hollywood Reporter acaba de abrir sede en Pekín. "¿Por qué estoy aquí?", dice Jonathan S. Landreth, su responsable. "Porque todo Hollywood está".