¿Qué le gustaría transmitir con este montaje?

- Es una pregunta difícil, porque es una obra que tiene tantísima carga propia y personalidad que mi trabajo es acompañar a esa personalidad y dejar que aflore de la mejor forma posible y de la manera más elocuente en su máximo exponente. Yo no tengo esa idea de hacer mi Tito Andrónico en el que diga algo muy concreto, sino que la obra cuenta lo que cuenta. Hay una historia de la caída de Tito, un general romano y victorioso al que le va tan fenomenal que podría haber sido emperador, pero que lo rechaza y toma una serie de decisiones basadas en un único criterio, la obediencia y la lealtad, que acaban al servicio de un sistema perverso. Me interesa mucho esa caída y esa lucha de la obediencia sin cuestionamiento, que al final es la cualidad de un fanático. Otra de las cuestiones fundamentales es el uso de la violencia y el momento en el que yo lo siento justificado. Cuando siento que me han hecho algo injusto, entiendo que mi impulso violento tiene razón, pero ¿puedo ejercer la violencia o no?

¿Cree que primero hay que utilizar la violencia para acabar estableciendo un sistema justo?

-Sin ser experto en historia, mi sensación es que un sistema justo impuesto por medios violentos termina dinamitándose porque siempre habrá alguien que haya sido víctima de esa violencia y quiera terminar con el sistema, por muy justo que sea. Creo que los únicos avances que puede haber son pacíficos.

¿Se utiliza la violencia más que otros métodos pacíficos para resolver los conflictos hoy en día?

-Hay una corrección política que impera que es la no violencia, pero dentro de ese marco se ejerce mucha violencia que se justifica y se bautiza con otros nombres, se maquilla y se usan eufemismos. La gente, sobre todo las personas que están en el poder, se inventan miles de triquiñuelas cada vez más evidentes para seguir ejerciendo violencia en uno u otro sentido, porque hay muchos tipos de violencia y no todas incluyen a gente con los sesos en el suelo.

¿Cómo afronta el reto de debutar en el teatro romano de Mérida?

-Impone un rato, pero al final el trabajo es equiparable a cualquier otro, solo que tiene una dimensión distinta. Por un lado, la mediática; por el otro, el edificio y el lugar. Eso modifica ciertos planteamientos a la hora de trabajar las distancias entre los personajes y el tipo de energía que puedes mantener. Tienes que adecuarte al espacio en el que vas a trabajar, igual que a la obra y al elenco. En ese sentido, es un trabajo como uno más, pero claro, tiene este marco y ese sabor especial porque el lugar por sí mismo desprende muchas cosas.