Tras el éxito de público y crítica de Los Miserables , Hugh Jackman se ha situado en la cima de su carrera. Es el galán de moda. Un hombre carismático, sexi y multifacético que ha demostrado sus habilidades artísticas tanto arriba de un escenario como delante de una cámara. Ahora regresa al género de acción para meterse una vez más en la piel de Lobezno, papel que le ha proporcionado fama y fortuna.

--Es la séptima vez que interpreta el personaje, ¿qué le supone hacerlo a estas alturas?

--Una gran responsabilidad porque hasta ahora he tenido la suerte de que los fans sigan interesados en mi interpretación a pesar de que son muy críticos conmigo. Me siento muy afortunado. Todos sabemos lo difícil que es que una película funcione y nunca me hubiera imaginado que esta iba a tener tanto éxito.

--Esta vez Lobezno se presenta mucho más vulnerable que en anteriores ocasiones. ¿Por qué este cambio?

--A lo largo de la saga, Lobezno ha ido adquiriendo una extraordinaria fuerza física hasta el punto que ser indestructible. En esta película empieza en su momento más bajo. Pierde a las personas que ama, se siente rodeado de destrucción y dolor, y quiere huir de todo ello. Eso le hace vulnerable, más humano y, por lo tanto, más interesante. Creo que sus creadores han estado muy acertados con este cambio.

--En esta ocasión, la acción se centra en Japón. ¿Se familiarizó con las tradiciones del país para meterse en el personaje?

--Es una cultura que siempre me ha interesado. Siento fascinación por Japón, país que he visitado una docena de veces aunque nunca hasta ahora había tenido la ocasión de conocerlo en profundidad. He subido al monte Fuji con mi hijo, he viajado en el tren bala y he vivido tanto en pequeñas comunidades como en Tokio, así que mi inmersión ha sido completa. Se trata de una cultura que admiro por su creatividad, por su atención al detalle, por su respeto a la familia y al medio ambiente, y por su amor a la patria. Por eso filmar allí ha sido un placer.

--A lo largo de la saga ha realizado muchas escenas de acción. ¿Cuál de ellas le ha llevado al límite de su capacidad física?

--Muchas. En X-Men , por ejemplo, tuve que ir al hospital un par de veces. En una escena en la que me lanzaba al vacío desde la estatua de la Libertad, el arnés que llevaba se me clavó en mis partes nobles (Risas). Los alaridos de dolor se oyeron en toda la ciudad pero los técnicos pensaron que los gritos eran parte del guion y me dejaron colgado hasta que empecé a acordarme de toda su familia (Risas). Ese mismo día tuve otra escena en la que volaba, pero algo salió mal y acabé literalmente estrellándome contra la cámara. Tuvieron que darme varios puntos en una oreja. Acabé pensando que esto de ser superhéroe no iba conmigo (Risas). Aunque confieso que lo más difícil que he hecho ha sido cabalgar en medio de una estampida de caballos en la película Australia, eso sí que fue peligroso, pensé que no lo contaba.

--¿Qué me dice de las peleas en el Ninja Village y del Samurái de Plata de esta entrega?

--Me encantó rodar esa escena, pero fue muy difícil porque trabajamos con motocicletas y todo tipo de vehículos y eso requería mucha precisión. Tuvimos que entrenarnos y ensayar mucho, pero fue divertido y creo que ha quedado muy bien. En cuanto al Samurái de Plata, para los fans de la saga es una elemento muy importante porque forma parte del cómic pero le hemos dado un giro muy interesante. Estoy deseando ver qué reacción provoca en los fans.

--La película deja abierta una puerta al futuro. ¿Puede adelantarnos algo de la siguiente entrega?

--El modo en que se vislumbra el futuro de Lobezno es bastante inteligente. El primer mes de rodaje viajamos al futuro con un gran elenco de actores: Patrick Stewart, Halle Berry, Anna Paquin, Ian McKellen y Peter Dinklage; y luego volvimos al pasado con James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence. Hemos rodado tres cuartas partes de la película, bajo la dirección de Bryan Singer, y cada día ha sido una experiencia impresionante, pero no puedo decir nada más.

--Lobezno es un hombre de extraordinarios poderes como usted, que es capaz de combinar una impresionante carrera en el teatro musical con todo tipo de cine. ¿Hay algo que no sepa hacer?

--Muchas cosas (Risas). Cuando terminé mis estudios de arte dramático no sabía ni cantar ni bailar. Nunca pensé que me pagarían por hacer un musical, como tampoco se me pasó por la cabeza que iba a hacer películas de acción. Pero por encima de todo soy actor y me interesa la variedad en el trabajo por eso he querido diversificarme lo más posible. Haga lo que haga, ya sea un musical, una obra de Shakespeare o cine de acción, lo hago con el mismo entusiasmo y la misma perspectiva. Mi trabajo como actor es interpretar con veracidad el personaje para que este llegue al público.

--Dicho esto, ¿cómo es su personaje en Prisioneros , su próxima película?

--Cuenta la historia de dos familias cuyas hijas desaparecieron durante la noche del Día de Acción de Gracias. Interpreto a Keller Dover, el padre de una de las niñas, un papel que, obviamente, me llegó al alma. Fue un rodaje duro y triste, una de esas películas que te hacen estar deseando ir pronto a casa para abrazar a tus hijos. Lo peor de todos es saber que estas historias son cada vez más frecuentes en nuestra sociedad.