Pollo, verdura y pescado. Todo hervido y sin sal. Así durante meses y meses. La dieta de Hugh Jackman para meterse en la piel de Lobezno demuestra la férrera disciplina de un profesional del cine capacitado para hacer de todo: actuar, cantar, bailar, presentar los Oscar... Puede que no sea un actorazo del nivel de los que recogieron el año pasado el premio Donostia. Entre ellos, Dustin Hoffman y Tommy Lee Jones. Pero el australiano todo lo que hace, lo hace bien. Incluido meterse en el bolsillo a la prensa con una cercanía de la que pueden presumir muy pocas estrellas. Además de recoger su galardón en San Sebastián, Jackman presentó Prisioneros , escalofriante y nada convencional thriller de Denis Villeneuve que en España se estrena en octubre y donde da vida a un padre cuya hija desaparece.

--Enhorabuena por el Donostia.

--Gracias. Significa mucho para mí porque mi esposa la actriz Deborra-Lee Furness, con la que lleva casado 15 años y tiene dos hijos ganó la Concha de Plata a la mejor actriz en los años 90. Voy a poner el Donostia en la mesa del comedor para que mis hijos, cuando desayunen, sepan que merezco respeto y que si les digo que hagan los deberes no deben protestar.

--Ha paseado por bicicleta por San Sebastián.

--¿Me ha visto usted?

--No, en los diarios digitales.

--Era muy temprano. También he ido a la playa a nadar. Había más gente, pero nadie me ha reconocido.

--Se lo preguntaba porque da la impresión de ser una persona cercana que tiene muy clara la diferencia entre ser actor y ser un divo.

--Claro. En mi profesión siempre estamos en hoteles bonitos y utilizamos coches lujosos para desplazarnos. Te puedes marchar de un país y darte la impresión de que no has experimentado nada. No es mi caso. Yo no me voy a olvidar de esta ciudad porque he paseado en bici, he ido al mar... y si ahora me dicen que tengo que ir a cenar, pues les diré que quiero escoger el restaurante porque soy de los que me leo las guías de viaje. La diferencia es que si eres un divo dices: quiero la mejor bici, bañarme solo en el mar y quiero que la gente se aparte a mi paso.

--Después de seis películas con él, ¿que tiene que pasar para que se canse de Lobezno ?

--Hubo un momento en el que pensé que se había acabado y quería hacerle justicia al personaje. Pero, mire, acabo de hacer otra con Bryan Singer. ¿Habrá más? Sí, siempre y cuando haya una buena razón. Hacerla por hacerla no tendría sentido. Pero es curioso porque es ahora cuando me ofrecen más variedad de películas.

--Como Prisioneros . Un thriller nada convencional. ¿Le ha servido su intuición de padre a la hora de interpretar al protagonista?

--Bueno, él es un personaje extremo. Yo soy muy distinto. No soy cazador, ni religioso, ni exalcohólico. Pero sí es verdad que sirve ser padre. Ojo, y también madre. Yo, con mi esposa, he vivido situaciones donde los médicos nos decían una cosa. Y mi mujer no estaba de acuerdo. Yo la trataba de convencer y le decía que el médico en cuestión llevaba 20 años ejerciendo su profesión. Pero, al final, tenía razón ella. Así que sí, la intuición es muy importante. Tener hijos es una bendición. Pero también una maldición porque tienes una conexión con tu hijo a nivel espiritual y emocional muy grande. Desde que naces lo celebras, pero también sufres.

--Usted hace de todo: cantar, bailar y hasta presentar los Oscar. ¿Qué es lo peor del show bussiness ?

--Por regla general, entre actores no suele haber cosas malas. Pero en la parte empresarial, la de los negocios, he visto cosas que me han dejado sorprendido. Todo el mundo quiere opinar. Es un mundo donde manda la ambición y la competitividad. Pero, vamos, a mí todo el mundo me pone buena cara. Soy de Australia y he trabajado en películas de EEUU maravillosas. Si viniera a Australia un actor americano a lo mejor no le acogeríamos igual. A lo mejor le diríamos que se fuera a su país.

--¿Tiene usted libertad para escoger sus papeles o tiene mucha presión por parte de su publicista?

--Noooo. Noooo. Mi publicista no me presiona. Yo la amo. Jackman suelta esta afirmación en tono de broma mientras mira de reojo a su agente, que está en el pasillo de la habitación, tirada en el suelo sin soltar su móvil y su agenda. Obviamente, mi agente me asesora. Tengo uno en Londres y otra en EEUU. Y con los dos llevo desde que empecé mi carrera como actor. En ese momento, Jackman pide disculpas a los periodistas porque su teléfono acaba de sonar: "Perdón, es mi mujer". Lo cuelga sin contestar y sigue.

--El Donostia se suele otorgar a veteranos. ¿Por dónde cree que irá su carrera?

--¿Me está diciendo que me jubile? Pues no (risas). Los actores nunca tendríamos que hablar de nuestras carreras sino de la suerte que tenemos. En esta profesión es un privilegio. Pero ya que lo pregunta, me encantaría hacer más teatro.