Hace casi 30 años del estreno de Amanece, que no es poco y el culto hacia esta película ha ido creciendo a lo largo de las décadas creando a su alrededor toda una legión de fans con nombre propio, los amanecistas. Por eso sorprende que, a su director, José Luis Cuerda, le haya costado tanto trabajo levantar su último filme, Tiempo después, que no es otra cosa que una continuación espiritual de su celebrada sátira sociopolítica con toques de surrealismo.

Cuando ya lo daba todo por perdido, el hijo del que fue su primer productor, Félix Tusell, y Arturo Valls, acompañados de toda una generación de cómicos a quienes Amanece que no es poco les ha influido de manera fundamental a la hora de configurar su particular forma de entender el humor (desde los miembros de Muchachada Nui hasta a Andreu Buenafuente y Berto Romero) se unieron para sacar adelante un proyecto que parece cerrar un círculo no solo dentro de la carrera del propio Cuerda, sino también para todos sus herederos, que ahora se convierten en protagonistas de una función que tiene la misma fuerza corrosiva del pasado, pero en esta ocasión adaptada a los nuevos tiempos.

PALOS A DIESTRO Y SINIESTRO / «Es una película rara. Por eso ha costado hacerla. En el momento que hay que pensar un poco, la gente se sale de la fila», cuenta el director con la punzante ironía que siempre lo ha caracterizado. «Por eso agradezco tanto a todos los que la han hecho posible, sin ellos no lo habría conseguido».

Muchos dicen que esta puede ser su última película. Con 71 años (cumplirá 72 en febrero), el director quizá está cansado físicamente, pero su lucidez se mantiene intacta. Basta con ver Tiempo después para darse cuenta de ello, cómo es capaz de una forma tan divertida y afilada de diseccionar la actualidad política y dar palos a diestro y siniestro a ricos, pobres, parados, desahuciados y privilegiados, reyes y curas, policías y barberos.

Es el año 9177 y solo queda un Edificio Representativo en pie en el que hay una representación de las fuerzas vivas de una nación: un alcalde que no sirve para nada, un monarca lelo y caprichoso, una pareja de la Guardia Civil y unos pocos comerciantes de cada sector. En las afueras se amontonan en campamentos a la intemperie los parados, hasta que uno día uno de ellos (interpretado por Roberto Álamo) se salta las prohibiciones para vender limonada fuera de su área restringida. Y ahí empieza el caos.

«Es la mejor película que he hecho en mi vida», continúa el director. ¿Mejor que Amanece que no es poco? «Sí, porque la incluye de alguna manera. Los materiales vienen de la misma cabecita loca. Ahí está todo».

Cuerda está contento con el resultado. No tiene voluntad de molestar a nadie, pero en realidad confiesa que, si alguien se enfada, le da lo mismo. «La gente se puede enfadar si es enfadica». Reconoce que no ha hecho la película para causar un efecto determinado, sino para exponer al mundo entero las cosas que piensa. Algunas negativas, otras positivas. «Con eso voy tirando piedras». Y vaya si las tira. Aunque la revolución social que comienza con la limonada recuerda a la del 15-M, el cineasta asegura que no tienen nada que ver entre sí, aunque uno puede ver las metáforas que quiera donde quiera. «Claro que tomo cosas de la actualidad política. Me afecta lo que pasa en el país, pero no creas que la manejo como material dramático. No sé si hago películas políticas o no. Hay algunos que dirán que sí, que demasiado. Otros que no, que me quedo corto. Pero yo no soy un político ni un sociólogo. ¿Qué valor puede tener mi discurso ni lo que yo piense de esas cosas? Es relativo».

CUERDA Y MONTY PYTHON / El director se muestra especialmente satisfecho con el reparto que ha aglutinado en esta cinta. «Todos los actores están maravillosos, ha sido casi lo mejor de la película, trabajar con ellos. Es muy complejo lo que hacen; solo saber decir de manera mecánica esos diálogos ya tiene su mérito».

En el pasado Festival de San Sebastián, donde se presentó la película fuera de competición, Joaquín Reyes y Carlos Areces declararon a EL PERIÓDICO que sus mayores referentes durante la adolescencia fueron precisamente Cuerda y los Monty Python, y que ambos tenían más en común de lo que pudiera parecer. «Me da rabia porque a ellos les ha ido muy bien. Aunque creo que hacían películas pretendidamente graciosas, chistosas. No quiero decir que yo sea mejor que los Monty Python, somos distintos», dice Cuerda.

¿Y por qué cree que ha ejercido tanta influencia en la generación del poshumor español? «Soy muy abundante y suelto mucho material. En términos cuantitativos hay mucho material. Y cuando hay mucho, algo se saca».