´Ilíada´ basada en ´Homero, Ilíada´ del conocido novelista Alessandro Baricco es el segundo bolo de la serie que programa la 56 edición del Festival. Fue estrenado el año pasado en Cataluña en una biblioteca y, después, en el Teatro Grec. También se ha representado en varios teatros españoles durante la temporada de gira.

Con este texto del italiano, escrito en prosa y vaciado de redundancias y datos superfluos del texto original, narrado con impresionante nivel de sangre y horror pero con gran belleza poética --por las voces de los personajes en primera persona--, el grupo catalán Q-Ars Teatre y el dramaturgo y director canadiense Tom Bentley-Fisher proponen una singular ´Ilíada´, donde el conflicto de la guerra de Troya es enfocado desde la perspectiva de la mujer.

La versión en miniatura y basada en la palabra de Bentley-Fisher (fraguada en colaboración con Elisabet Rafols), con ideas dignas del mejor estímulo, ha tenido que resultar difícil a la hora de componer e hilvanar en términos dramáticos la frondosa arquitectura literaria, de unos textos que optan por un arte testimonial --sobre los hechos contados por el clásico-- que además quiere ser capaz de iluminar en el siglo XXI la penumbra de la existencia, dando un sentido, fuerte, a las cosas para no incurrir en el infierno de la guerra. La versión, en definitiva, pone el acento en el valor de los temas antes que en los vehículos formales para su expresión. Y aquí cabría apuntar que lo testimonial no debe excluir lo estético, que lo artístico hace más trascendentes las denuncias sociales, políticas y morales, más plenas, más ricas.

Por eso el montaje del director canadiense apenas logra que esa interesante sustancia literaria de la versión se traduzca, con forma, en un sugerente y artístico espectáculo de teatro. En este sentido tengo que recordar, por lo contrario, las versiones tan teatrales y festivas, sobre otro poema del legendario autor --´La Odisea´--, que por los años 70 hicieron los catalanes de Els Joglars y el grupo emeritense La Berenjena Escénica.

El espectáculo ´Ilíada´, está dirigido bajo una ´mecánica´ y artesana interpretación de 5 actrices, cargada de mutaciones ´dramatizadas´ como recurso de aliviar la sobrecarga retórica que acusa un texto recitado en hora y media de función. La narración se escucha bien (si el espectador cierra los ojos oirá una espléndida obra de radio-teatro), pero sobre la escena hay muchas carreras irrefrenables y movimientos gratuitos que distraen al espectador y, en algunos momentos, lo confunden, perdiendo el hilo del argumento. Y frente a frecuencias totalmente intensas conseguidas en ritmo, movimiento, medida, manera de narrar, etc., encontramos otras demasiado largas e incomodas.

Lo mejor del espectáculo es la declamación de las actrices --Mercé Anglés, Mercé Aránega, Munguet Franc, Anna Güell y Angels Sánchez--. Sus voces se crecen con intención y emoción desdoblando los distintos personajes de Homero (en una especie de playa de sal gorda favorecida estéticamente por el monumento romano finamente iluminado). Su técnica es depurada tanto en los monólogos como en los coros donde logran una excelente síntesis de elocuencia y fuerza dramática. Lástima que en esta obra asentada en la palabra usaran esos micrófonos que despistan al espectador en un espacio tan grande, donde muchas veces no se distingue quien habla. En las piedras del teatro romano fue siempre un gran orgullo --desde la Xirgu a la Borruel-- representar sus personajes a viva voz y con éxito.