Se convirtió en uno de los cineastas de género más sorprendentes y personales gracias al wéstern de terror Bone tomahawk (2015) y a la intriga carcelaria Brawl in Cell Block 99 (2017), combinaciones de ultraviolencia y largas divagaciones entre personajes. S. Craig Zahler repite método con Dragged across concrete, historia de dos policías que, tras ser suspendidos por maltratar a un traficante, deciden solucionar sus penurias financieras robando a un gánster. La película se estrenó el día 29 en Filmin.

<b>-Como sus dos películas anteriores, </b><b>Dragged across concrete </b><b>puede entenderse como una reflexión sobre la masculinidad. ¿La concibió como tal?</b>

-En mi opinión, lo que las tres películas tienen en común es que exploran lo que significa ser una buena persona, y lo fácil que es verse empujado a dejar de serlo. Por lo demás, he hecho Dragged across concrete para homenajear las intrigas criminales que crecí viendo, como Tarde de perros, Atraco perfecto o The french connection. O como El príncipe de la ciudad, que habré visto unas 30 veces.

<b>-La película parece mantener una posición indulgente respecto a la brutalidad policial...</b>

-No estoy de acuerdo. Con ella no he querido condenar el trabajo de los policías ni sugerir que nunca cometen errores. El problema es que, en el cine actual, cualquier película que retrate personajes defectuosos sin condenar explícitamente su comportamiento está expuesta al azote de la corrección política.

<b>-Desde el principio de su carrera, a usted se le ha considerado un cineasta de ideología conservadora. ¿Qué opina al respecto? </b>

-No hago películas para expresar valores, ni para defender tesis o ideas políticas. Ojalá hubiera más películas como las mías, llenas de personajes complejos, y menos películas obsesionadas con suministrar mensajes. Me parece lamentable que se me pidan explicaciones por el comportamiento de mis personajes. En todo caso, me importan muy poco las conclusiones que se saquen acerca de mi persona. No busco provocar, pero me parece bien hacerlo. En la escuela de cine hice cortos que me convirtieron en un apestado entre mis compañeros. Me dio igual.

<b>-Dadas las polémicas que Mel Gibson protagonizó en el pasado, ¿no es una provocación deliberada elegirlo para interpretar a un policía racista y violento? </b>

-Mucha gente nunca perdonará a Mel por incidentes que sucedieron nueve años atrás, pero yo no soy así. La vida privada de los demás me trae sin cuidado. Lo elegí porque es un actor magnífico. Además, de niño yo dibujaba cómics protagonizados por Mad Max, y participaba en juegos de rol en los que mi personaje era Mad Max. Mel significa mucho para mí. Trabajar con los actores fue uno de los pocos aspectos agradables del rodaje.

-¿Por qué?

-Para hacerla me asocié con las personas equivocadas. Resulta muy difícil tomar las decisiones artísticas correctas cuando al mismo tiempo te ves obligado a pelearte por cada aspecto de la producción y por cada gasto, y cuando sientes que el proyecto podría irse a pique en cualquier momento. Durante el rodaje envejecí muchísimo y, una vez finalizado, tuve muchas pesadillas acerca de él.

-¿Se imagina haciendo películas para algún gran estudio de Hollywood?

-Mi filosofía es opuesta a la de Hollywood. Allí solo quieren ganar dinero, y por eso se limitan a repetir fórmulas de éxito. Están obsesionados con suministrar mensajes positivos, y en hacer sentir a los espectadores que al ver una película de superhéroes contribuyen a mejorar el mundo. Nada de eso me interesa.