Mucha gente tiene hoy que estarle muy agradecida a Javier Bardem. Porque los miembros del jurado, que anoche lo convirtieron en el último actor español premiado en el festival de Cannes gracias a su trabajo en Biutiful , lo tuvieron fácil gracias a lo mucho que él y el resto de galardonados destacaron sobre sus rivales. Esta muestra será recordada por Bardem o Apichatpong Weerasethakul, merecido ganador de la Palma de Oro, y no por la mediocre selección de películas que presentaron. Y porque todo lo bueno que le pase a Biutiful es mérito del actor. Las películas son un trabajo de equipo, pero, sin él, esta no valdría nada. Va firmada por Alejandro González Iñárritu, pero es, por encima de todo, obra de Javier Bardem.

"Comparto este premio con mi amiga, con mi compañera, con mi amor", exclamaba el actor sobre el escenario del Grand Theatre Lumiere con la mirada puesta en Penélope Cruz, en el patio de butacas, que obtuvo un premio aquí en 2006 con sus compañeras de reparto en Volver . También el galardón de Bardem es ex aequo: el italiano Elio Germano recibió una estatuilla igual gracias a su trabajo en el drama La nostra vita.

UN DEPREDADOR / "Este personaje ha cambiado mi actitud ante el arte y el oficio de interpretar. He salido de él con más comprensión y más compasión", explicó después Bardem ante la prensa, subrayando lo que su trabajo en Biutiful ya evidencia. Mientras retrata el largo descenso al purgatorio de un empresario del submundo, el actor se come la pantalla, plano a plano --sale en casi todos--, con la voracidad del depredador. Sus espaldas cargan no solo el peso de la película sino el peso del mundo entero. Sus ojos son una combinación de brutalidad y vulnerable desesperación. Su rostro, petrificado por el dolor, personifica una tragedia mucho más profunda que cualquiera de las artimañas argumentales ícáncer, inmigración ilegal, muertes colectivas, poderes sobrenaturales-- de las que la película lo rodea.

COPRODUCCION ESPAÑOLA La de anoche es sin duda una cita gloriosa para el cine español, porque Uncle Boonmee who can recall his past lives (algo así como Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, y rebautizada como Uncle Boonmee), también pronosticada y también merecidísima Palma de Oro, es una coproducción catalana aunque su director es el tailandés Apichatpong Weerasethakul.

Llamémosle Joe, entre la cinefilia todo el mundo lo hace. Conceder a Joe el más importante de los galardones fílmicos --los Oscar son otra cosa-- significa hacer justicia a su labor en la última década por renovar la gramática narrativa y emocional del cine de autor. Pero, sobre todo, encumbra la mejor película de Cannes 2010, una historia de fantasmas extraterrenal y delirante, misteriosa y sibilina, poblada de fauna y flora mágicas. Es más que una historia, en realidad: un nuevo mundo, misterioso pero seductor, aterrador pero inagotablemente bello.

Ninguno de los otros galardones importantes, acaparados por el cine francés, admite demasiadas objeciones. Des hommes et des dieux , Premio Especial del Jurado, se posicionó como favorita desde el día de su presentación como favorita gracias a su reflexión sensible pero nada sensiblera sobre la fe religiosa y la violencia fundamentalista; Mathieu Amalric, Mejor Director, logra en los mejores momentos de Tournée evocar el trabajo de John Cassavetes; y para definir el trabajo de Juliette Binoche en Copie conforme , Mejor Interpretación Femenina, basta una palabra. Sublime.

Binoche ha sido la imagen de Cannes 2010 --sale en el cartel promocional--, lo que significa que el certamen le tomó prestados un talento y una elegancia de los que, al menos este año, no se ha hecho merecedor. La presencia de estrellas ha sido escasa; la mayoría de películas, largas y tediosas, la peor competición de Cannes en 10 años. La organización argumenta que algunas obras con las que esperaban contar no estuvieron listas a tiempo, pero no valen excusas. Tendrían que haber buscado mejor.

En el palmarés de esta edición del Festival de Cannes, destaca también el Premio del Jurado que recayó en Un homme qui crie , de Mahamat-Saleh Harou y el galardón a la Mejor Opera Prima, para el film Año bisiesto , de Michael Rowe.