Jennifer Connelly regresa con el thriller Dark water , un remake del filme del japonés Hideo Nakata. Dirigida por Walter Salles (Estación Central de Brasil y Diarios de motocicleta), la actriz da vida a una madre a punto de divorciarse que se muda a un piso con su hija (Ariel Gade).

Pero las cosas empiezan a ir mal y la protagonista no se sabe si la casa está embrujada, si es su marido el que intenta crearle una crisis nerviosa para conseguir la custodia de su hija, o es ella la que no puede lidiar con su nueva situación. Es una película que mira al lado oscuro del ser humano, aunque a ella no le impresiona el efecto de tanta energía negativa: "Sólo creo en los fantasmas que tenemos dentro".

Lleva actuando desde que era una niña. Primero destacó por su físico, que le llevó a ser modelo a los 10 años. Más tarde la casualidad le permitió encontrarse con Sergio Leone, con quien debutó en el cine siendo una adolescente (Erase una vez en América ). Después le sonrió la suerte de trabajar, codo con codo, con Robert De Niro y con David Bowie (Dentro del laberinto ). Posterioremente se formó en la universidad de Yale y Standford. Todo ello le ha llevado a ser una de las actrices más fascinantes de su generación.

LUCHA CONTRA SU IMAGEN Connelly luchó durante más de una década por superar esa imagen de ingenua starlette y convertirse en una respetada actriz. Lo consiguió gracias a su interpretación de una atormentada drogadicta (Requiem por un sueño ), al que sucedió el de esposa del esquizofrénico matemático, John Nash, en Una mente maravillosa , papel por el que obtuvo un Oscar.