Muchos necesitan creer en algo más grande que ellos. Quizá por eso Joan Brady ha vendido en Estados Unidos un millón de ejemplares de Dios vuelve en una Harley , novela que ha sido traducida a 17 idiomas. La que fuera enfermera en Nueva York asegura que, de algún modo, Dios ha guiado su vida y su escritura.

--¿Experiencias sobrenaturales?

--¡Todos los días ocurren cosas milagrosas en mi vida! Yo trabajaba como enfermera en un hospital de Nueva York. Una vez murió un bebé y recuerdo que pensé que Dios era cruel. La madre, una hispana con su marido en la cárcel, le dijo al cura del hospital que quería bautizar al bebé porque, de lo contrario, iría al limbo. Pero el cura se negó en redondo. Eso me puso muy furiosa. Me hizo perder la poca fe que tenía.

--Disculpe, ¿dónde está el prodigio?

--Me di cuenta de que los enfermos que tenían fe aceptaban con mayor entereza la enfermedad. Y me pregunté: "¿Cómo debería ser el Dios en el que pudiera creer?" Además de alérgico a los dogmas, me dije, sería guapo y vendría en una Harley.

--¿El milagro es que se presentó?

--(Ríe) Déjeme acabar... Me puse a escribir a mano. Sin parar. Como poseída. Nunca había hecho clases de técnica de escritura, ni nada por el estilo, pero tejía una gran fantasía. Cuando acabé, lo volví a leer y me di cuenta de que creía en Dios.

--Sorprendente.

--A veces me siento como una impostora. Siento que no soy yo quien escribe los libros, sino que Dios escribe a través de mí.

--Pues le ha cambiado la vida.

--Sí. Soy más feliz y no tengo miedo a nada, ni a nadie. Lo que tenga que pasar, pasará. Hay una especie de fuerza que se encarga de mi vida. Durante seis años intenté encontrar a un editor en Nueva York que publicara Dios vuelve en una Harley. Todos la rechazaron. Dejé todo y me dirigí a California. Envié el manuscrito a un agente. Y me pagó un avance de 250.000 dólares.