El fotógrafo barcelonés inaugura mañana sábado en Cáceres la galería Casa sin fin con una exposición basada en imágenes de la película ´Blow up´

Si en Blow up , la película de Michelangelo Antonioni de 1966, su centro se hallaba en el descubrimiento de un cadáver y el supuesto asesino en una fotografía, que a primera vista no los mostraba, Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) hace desaparecer el cadáver y al asesino para dejar digamos sus átomos a partir de fotogramas duplicados del filme ampliados hasta la extenuación en Blow up , Blow up .

Con esta exposición abre mañana en Cáceres la galería Casa sin fin, que promueven Julián Rodríguez y Juan Luis López Espada. El espacio, situado en la calle Pizarro, cerca del centro de arte Helga de Alvear, acogerá periódicamente propuestas conceptuales. Su inauguración con uno de los fotógrafos españoles más destacados y una obra compuesta por tres piezas fotográficas de gran tamaño y un DVD subraya el alcance de la galería, cuyo programa incluye ediciones de libros (como el que se basa en la propia exposición), seminarios, debates y ciclos.

Blow up , Blow up fue presentada por Fontcuberta en la galería Angels Barcelona en el 2009 y plantea, como en otras obras de su carrera, los límites entre realidad y ficción, cuestionando lo verosímil de la fotografía a partir del hecho de su alteración.

A Fontcuberta, Premio Nacional de Fotografía en 1998, le atrajo desde joven la manera en que las imágenes podían ser manipuladas. Trabajó en publicidad, donde conoció "la capacidad de crear ilusiones, de simular". En su trayectoria hay proyectos que trasladan esos mecanismos, como Deconstruir Ossama (en el que el propio artista aparece bajo la imagen del famoso terrorista) o Karelia. Milagros & Co (sobre la superstición religiosa).

En Blow up , Blow up plasma la idea de que nos basamos "en ilusiones o apariencias. Aquí, mi cometido es entrar en la estructura significativa de la imagen y de este modo llegar a esas capas esenciales de la escritura cero de la imagen". El resultado es que de una fotografía realista se pasa a una imagen abstracta. "Si ampliar una foto puede revelar la verdad, ampliar esa verdad, es, de algún modo desaparecerla , apunta el crítico Iván de la Nuez en el libro que Casa sin fin ha editado sobre la exposición.

"Lo que este proyecto intenta decir --añade Fontcuberta-- es que las imágenes se parecen a las palabras, que, como ellas, representan el mundo arbitrariamente, y que lo que importa es dotarlas de sentido porque en sí mismas no son culpables . El problema somos nosotros, cómo las usamos". Y hoy discurren a una velocidad vertiginosa "debido a la tecnología, a la economía, a la política....". No en vano, recuerda que el zaping caracterizó la pasada década. Para enfrentarnos a ese bombardeo de imágenes, la actitud de Fontcuberta es "mantener una actitud escéptica, de duda, que ha sido el motor de la modernidad, frente a quienes creen todo lo que se les dice porque les resulta más cómodo".

Y en su obra, esta duda metódica la aplica desde el humor. "Mis trabajos provocan sonrisas, pero detrás hay un mensaje terrible, y es que no podemos creer en nada, el criterio de autoridad que sostenía esas creencias ha desaparecido".

Fontcuberta apoya con su presencia una nueva galería lejos que abre en un momento de crisis general. "Es una aventura romántica", dice, "pero qué sería de la cultura sin este tipo de iniciativas. Siempre he creído que en cuanto escasean los recursos hay que agudizar el ingenio para superar esas carencias que se dan, como ahora, en tiempos de crisis".