Si los guionistas de Aquí no hay quien viva están secos de ideas pueden pasarse por el número 12 de la plaza de Tirso de Molina (Madrid) para encontrar nuevos argumentos. El capítulo se podría llamar Persiguiendo al moroso, y el protagonista sería Joaquín Cortés. El guión se centraría en cómo los vecinos llevan años reclamando al embajador del flamenco que pague sus deudas. La cifra asciende a 30.000 euros, una cantidad ridícula para los devotos del lujo.

Los vecinos han decidido escribir una carta al presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, que recibió al coreógrafo en noviembre. En aquella visita, Cortés habló sobre los problemas de la cultura romaní en Europa y declaró ante los eurodiputados que "millones de personas de etnia gitana viven como apátridas en muchos países, sin acceso a la educación, a la salud o a una vida digna".

Al verlo en los informativos, los vecinos se dirigieron por escrito a Borrell para denunciar la "falta de coherencia" de Cortés. "El es quien tiene que dar ejemplo ... cumpliendo con sus obligaciones de copropietario", reza el escrito.

Cortés adquirió en 1999 dos pisos de la finca, una joya que tiene casi 100 años y donde solo el ascensor es una obra de arte. Una de las casas está a su nombre y la otra, al de una sociedad mercantil, según explicaron ayer varios vecinos a este diario. El abogado de la comunidad está investigando el patrimonio del bailarín para ver si pueden embargarse sus bienes.