La actriz estrena su tercera película como directora, El castor , un drama familiar protagonizado por Mel Gibson.

--En su película, un hombre se enfunda un castor de trapo en la mano y adopta su personalidad. Con este argumento, ¿no tuvo usted miedo de sonar ridícula?

--Sé que la premisa suena ridícula. Por eso era tan importante que la interpretación de Mel Gibson no se abandonara al gag facilón, que estuviera anclada en el drama. La depresión es una cosa muy seria.

--¿Y por qué una película sobre la depresión?

--A los actores nos encanta la psicología, por eso somos actores. En mi familia ha habido muchos casos de depresión, así que conozco el tema. De todos modos, El castor no es el típico telefilme sobre la enfermedad de la semana. Habla de un hombre que está inmerso en ese ciclo bipolar de manía y depresión, pero también de muchas cosas más: el dolor de vivir, las relaciones entre padres e hijos, la necesidad de conectar que todos tenemos.

--Existen claras conexiones entre el comportamiento reciente de Mel Gibson y el de su personaje. ¿Hizo esta película para ayudarle a redimirse?

--No soy responsable del comportamiento de Mel ni lo voy a excusar. Solo sé que ha sido mi amigo durante muchos años, y que existen pocos actores tan queridos en Hollywood como él. Es un hombre amable y leal. También es un hombre complejo, y yo aprecio su complejidad. Con esta película, accedió a desnudarse ante el público como nunca antes lo había hecho. Sé que haciéndola ha podido meditar sobre las cosas que ha hecho y cómo han afectado a los que lo rodean.

--¿Cree que el problema de imagen de Gibson ha influido en la mala prensa cosechada por el filme en Estados Unidos?

--Mire, no es para todo el mundo. Es rara, especial, y el público americano tiende a sentirse confuso e incómodo cuando un filme no se acomoda a un género específico. Es parte de nuestra cultura cinematográfica.

--Han pasado 16 años desde su anterior película tras la cámara, A casa por vacaciones . ¿Se siente una directora distinta?

--Creo que esta tercera película es mucho más madura que las anteriores, porque por supuesto yo me hago mayor. Todas las películas que he hecho son la historia de mi vida, en diferentes capítulos: El pequeño Tate hablaba de un niño prodigio, A casa por vacaciones hablaba de cómo te relacionas con tus hijos y con tus padres cuando tienes treinta y tantos, y esta es una obra sobre la mediana edad. De algún modo, forman una trilogía.