El escritor extremeño José Luis Gil Soto se centra en la novela histórica La colina de las piedras blancas (Styria) en la sonada derrota de la Armada Invencible en 1588, en un ejercicio de recuperación histórica que mezcla realidad y ficción y sigue la senda que empezó con La traición del Rey.

En una entrevista con Efe, el escritor, natural de Badajoz, reivindica además la importancia de este género para acercar la historia al lector: "La labor didáctica de la novela histórica no tiene límites, porque llega a una gran masa de lectores que habitualmente no leen ensayos históricos"

Rodrigo Díaz de Montiel, soldado de Felipe II, es el protagonista de esta obra, finalista del premio de Novela Histórica de Caja Granada, que narra las vicisitudes de los españoles de la armada que sobrevivieron al ataque inglés y naufragaron en Irlanda.

Él, como tantos otros personajes, algunos inventados y otros extraídos de documentos de la época, ponen nombre y cara a la más trágica y conocida derrota del ejército español en el medievo.

Una pérdida que Gil Soto relata en la última novela y que no está exenta de mentiras, como que condujo al fin del imperio español.

"El mayor bulo es que la Armada Invencible sufriera una derrota profunda. No fue un drama para la España de entonces, sino más bien una catástrofe humana por los miles de vidas que se perdieron", subraya el escritor.

Mentiras y confusiones que Gil Soto reconduce con un perfeccionismo propio de historiador y al que luego añade la ficción, la trama, que procura que no entorpezca al lector.

"Me obsesiona -explica- que se pueda pervertir la historia, por eso siempre ofrezco al lector herramientas para que pueda distinguir realidad y ficción con facilidad".

Para ello el autor recuperó una carta del capitán segoviano Francisco de Cuéllar, náufrago real de la Armada Invencible, y aliñó sus aventuras, que lo transportaron por media Europa, con historias de compañerismo entre marineros, de mujeres, de tribus irlandesas, de odio entre ejércitos y, sobretodo, de venganza.

Porque si algo se recuerda de aquél episodio son los innombrables torturas que infligió el ejército inglés a los náufragos españoles. "Era sed de venganza, pero existe en todas las guerras por parte de los ganadores, y suele ser cruel".

Venganza expresada también en la relación de Montiel con Martín de Ledesma, su particular enemigo, que se convierte en el revulsivo y el motor del libro. Un sentimiento que el autor considera atemporal.

"El deseo de venganza ha existido siempre y en aquella época no era la excepción. Incluso era más fácil ejecutarla", bromea el escritor, que combina la literatura con el trabajo de jefe de Servicio en la Consejería de Fomento de la Junta de Extremadura.

Este licenciado en Ingeniería Agrónoma ya prepara nuevos relatos basados en "hechos históricos sorprendentes". Y aunque no puede desengancharse del sector público, admite que su afición por la escritura va en aumento día a día.