"Se está haciendo de Dios un asesino y, si existiera, no lo permitiría". Quien así habla no es un teólogo, es un ateo. Pero, sobre todo, José Saramago es un intelectual que reflexiona sobre el daño que los fundamentalistas cristianos e islamistas están haciendo a la convivencia. La solución, dice, no es la Alianza de Civilizaciones, pergeñada por Zapatero y apoyada por otros políticos: "Es indispensable un pacto de no agresión entre el islamismo y el cristianismo".

El premio Nobel de Literatura forma parte, por primera vez, del jurado de un festival de cine, el de San Sebastián, que preside Jeanne Moreau, "una gran artista, pero sobre todo una persona excepcional".

Entre filme y filme, Saramago muestra su perfil de hombre de letras comprometido. A los 84 años no se echa las manos a la cabeza ante los despropósitos de la sociedad actual. Sin pelos en la lengua pone a cada uno en su sitio, y defiende el respeto a todas las creencias. "Si hay, solo existe un dios", dice.

La tensión internacional y el cruce de acusaciones entre políticos y líderes religiosos, indican que ahora "la intolerancia se manifiesta más", aunque tiene sus antecedentes. Por ejemplo, el escritor portugués recuerda que la Inquisición fue una "organización criminal" que persiguió y mató a miles de personas por sus creencias. Y no duda de que el rechazo islámico a la sociedad occidental es "en gran parte" consecuencia del "desprecio con que nosotros, los blancos guapos y cultos, hemos tratado todo lo árabe".

En el maridaje entre cine y literatura, se compromete con ambas, ya que su obra es "literaria" pero de la que "se puede sacar un buen guión". El 30 de octubre se reunirá con el brasileño Fernando Meirelles (El jardinero fiel ), que quiere llevar a la gran pantalla Ensayo sobre la ceguera . "No voy a meterme en el guión, por lo que el director tiene libertad. Es como si a mí me dijeran cómo debo escribir", afirma.