Juan Diego interpreta a un antiguo torturador de la guerra civil en Insensibles , debut de Juan Carlos Medina. Un thriller con trazos fantásticos que escarba en la memoria histórica y que se estrenó el viernes.

--Debuta en el terror fantástico como torturador. ¿Le van los malvados?

--Me producen placer, sí, y me evitan el psiquiatra. Exorcizo esa parte de torturador que está dentro de todos. La cultura sirve para aplacar el animal que llevamos y ser mínimamente civilizados.

--¿Escarbar en el fango de la memoria histórica ayuda?

--El pasado pesa como una losa pero es necesario para avanzar. En la película subyace la necesidad de saber dónde viene uno. No es nada panfletaria, es una historia de amor terrible.

--¿Algún duro recuerdo de su infancia?

--Un suceso marcó mi carácter rebelde. En mi pueblo Bormujos, Sevilla se recogía la aceituna y se dejaban los sacos junto a los árboles. Un día pasando por la cárcel oí unos gritos tremendos, estaban dando una paliza terrible a alguien. Todo por robar medio saco de aceitunas. Llegué a casa y mis padres me dijeron: '¿Tú no has oído nada, verdad?'. Respondí que sí lo había oído y que había que contárselo a la gente. Me dijeron: '¡Tú te callas la boca!'. Era así. Callarse.

--En su personaje pesa la culpa. ¿Y en usted?

--El pecado original está en el Antiguo Testamento. Dejé de sentirme culpable cuando tomé la primera comunión y dejé de creer.

--¿Abundan los monstruos insensibles, como los del filme?

--La sensibilidad del Gobierno se ha ido al garete. Prima la mercantilización del acto humano, convertirnos en un objeto que no significa nada. La crisis se montó hace tiempo. Cuando nos digan que se ha superado, seguiremos esclavos del capital.

--¿Pesimista?

--Los datos son tozudos.

--Con lo combativo que es, ¿le dan ganas de tomar las armas?

--Siempre buscamos un enemigo común, que antes era el fascismo. Ahora es el capital financiero, que ha dado el golpe de estado en la sociedad. Cuando el hambre se expanda y desaparezca la pequeña burguesía, empezarán los disparos. Será terrible. Alemania, como decía Ignacio Ramonet, está a punto de ganar la tercera guerra mundial.

--¿La culpa es de Merkel?

--La gran beneficiada de esta crisis es Alemania. ¿De qué sirve un euro fuerte si no se pueden hacer exportaciones?

--La película también habla de la búsqueda de la verdad. ¿prefiere saberla aunque duela?

--Sí. Quiero saber si tengo cáncer.

--¿Y las infidelidades?

--Claro. Eso se sabe, si eres sensible y has amado, la piel transpira. Las verdades esenciales, mejor saberlas.

--¿Qué le hace sufrir más?

--La miseria, el retroceso de la sociedad, el resurgir de la derecha más reaccionaria y la completa desaparición de la derecha más ilustrada y dialogante. El capital se está mostrando en la ferocidad más absoluta. La globalización es estupenda para mover capitales y destrozar la economía, tocas una tecla y a descapitalizar.

--¿Y la cultura?

--La cultura no está. A España le han quitado la ñ. Es-pa-ná. Se lo han comido todo. Este país será de camareros y trabajadores ilustrados. Pero para servir copas no es necesario malgastar una educación. No quieren a gente que piense. Y están introduciendo el miedo a todo: al futuro, al vecino, a salir de noche... Y nos van torturando: cuando estamos con el agua al cuello, aflojan un poquito, y luego otra vez.

--¿Alguna solución?

--Cambiar de Gobierno. Pero el PP maneja muy bien los medios de comunicación, son de ellos. La izquierda ya no tiene. Hemos vuelto a la prensa del movimiento.