El actor Juan Echanove (Madrid, 1961) estrena esta noche su primera obra como director en el Teatro Romano de Mérida con La Asamblea de las mujeres . El montaje se enmarca en la programación del Festival Internacional de Teatro Clásico y promete hacer reír y reflexionar.

--¿Dirigir o actuar? ¿Cuál de las dos acciones le proporciona mayor satisfacción?

--En este momento, desde luego, dirigir. Pero el truco de todo esto consiste en no confundir los términos: interpretar cuando toque interpretar, y dirigir cuando toque dirigir. Aunque también se puede dirigir con un papel en la obra, porque yo lo he hecho, pero es una cuestión de tener bien amueblada la cabeza y tener clara las responsabilidades.

--¿Qué es para usted dirigir?

--Dirigir es tomar el punto de vista. Es coger el cuento de Blancanieves y los siete enanitos y contarlo desde la perspectiva del príncipe o de un enanito.

--¿Le encargó a este autor en concreto, Bernardo Sánchez, La Asamblea de las mujeres?

--Por supuesto. La idea de hacer La Asamblea fue mía y yo quise que fuera Bernardo Sánchez quien lo escribiera.

--Y, ¿qué tiene que tener un guión para que lo acoja entre sus trabajos?

--Vida. Carne. No me gustan los que tienen aleccionamiento, dogmatismo o galería. El espectador tiene que recibir un proceso creativo. Los demás soportes que tienen que ver con la reproducción de ficción están infectados del cáncer de la piratería, pero el teatro no permite este saqueo pirata.

--¿Supone un esfuerzo extra dirigir en un teatro de las dimensiones del romano?

--Sí. Pero hay que saber darle la dimensión correspondiente a cada escena y es una labor que tiene que ver con la técnica y con todo el equipo. Y es por eso por lo que tengo un equipo habitual al que considero mi familia de técnicos.

--¿La obra tendrá una gran puesta en escena?

-He apostado por la interpretación, pero para que un actor esté bien, tiene que estar bien iluminado, con un buen vestuario y una adecuada caracterización, con la que contamos.

--¿Qué va a ocurrir después con este montaje?

--Después de la representación en Mérida la obra se va de gira. Para eso he hecho dos direcciones de montaje: una para teatro en abierto y otros para espacioscerrados más pequeños.

--¿Le suele hacer caso a las críticas teatrales?

--Por higiene no las leo, ni aunque sepa que sean buenas, ni las mías ni las de los demás.

--¿Cuál es el punto fuerte de este espectáculo?

--La valentía de los actores, su arrojo, sus ganas. Esta compañía se ha quedado atrapada en el tiempo, son transtemporales. Todos hacen unos papeles increíbles. Lolita es una actriz con mucha fuerza, Pedro Mari Sánchez hace un trabajo sorprendente, uno de los mejores que yo he visto en mi vida. Y María, que suele ser muy calmada, hace un papel racial. Y Santiago, Pastora, Pazos, Alvés, Santana, Concha... todos. Concha Delgado es una suicida del teatro. La verdad es que cuento con un elenco de actores increíble.

--¿Qué paralelismos encuentra entre el contexto de la obra y el contexto actual?

--Lo primero que uno ve es que en la Grecia clásica la mujer no tenía cabida en el Gobierno y tenían que hacerse con él con una rebelión --una rebelión de mentira-- y que hoy en día la presencia de la mujer en la sociedad depende de un decreto ley, y no de forma natural. Ahí veo una conexión brutal.

--¿Cuál es el mensaje que se propone transmitir con esta obra al público?

--Yo lo que quiero es hacer reír. Político, cómico... quiero transmitir un mensaje amplio. Hay una frase en el texto que es "que nos devuelvan las ruinas", y si hay un mensaje que quiero transmitir es que nos devuelvan la dignidad y la propiedad, porque son nuestras. Además quiero que la gente entienda que, a pesar de todo, vamos a salir adelante. Si existe un hiperrealismo, este es un mensaje de hiperoptimismo.