Lo latino cuenta, y mucho, en Estados Unidos. Lo hace en términos políticos, como ha comprobado satisfecho en las urnas Barack Obama. Lo hace en términos demográficos, como constatan estadísticas del censo que responsabilizan a los hispanos de más de la mitad del crecimiento en Estados Unidos durante la última década.

Y, como quedó claro en la entrega de los premios Grammy Latinos el jueves en Houston (Texas), donde arrasó el colombiano Juanes, cuenta en términos culturales. Han pasado nueve años desde que la rama hispana de la Academia de Grabación de EEUU celebró por primera vez la entrega de sus propios premios. Hoy tienen un peso enorme en comunidades como Houston, la cuarta ciudad más grande de EEUU: sus 1,2 millones de latinos representan el 37% de la población.

Allí, el jueves, Juanes se confirmó como una de las más rutilantes estrellas del panorama musical en español. Con cinco gramófonos, incluyendo el de mejor grabación del año por Me enamora y mejor disco por La vida es un ratico , el cantante de Medellín alcanzó 17 y superó a Alejandro Sanz como el artista más galardonado en estos premios.

Junto al colombiano brillaron figuras como Gustavo Santaolalla (el músico ganador de dos Oscar por Babel y Brokeback Mountain que ha producido en esta ocasión a Juanes), Gloria Estefan (premiada por su disco pero reconocida también como personaje del año), históricos como José Feliciano y Carlos Santana y promesas como Café Tacuba o Julieta Venegas (premiados con dos Grammys cada uno).