La escena es totalmente surrealista. Un electricista jubilado se presentó el 9 de septiembre en el despacho de Claude Picasso, hijo y administrador de la herencia del pintor. El hombre llevaba una maleta, de la que extrajo parte de las 217 obras que le habría donado el artista malagueño en los últimos años de su vida. El misterioso visitante, Pierre Le Guennec, de 71 años, quería certificados de autenticidad. Claude Picasso no daba crédito a sus ojos. Tenía ante sí cuadros, dibujos y esbozos, sin duda realizados por su padre en el primer tercio del siglo XX --el más prolífico y creativo del pintor--, desconocidos hasta ahora y valorados en un mínimo de 60 millones de euros, publicó ayer Libération. ¿Por qué las obras han permanecido ocultas durante 40 años y salen ahora a la luz? Esta es la primera pregunta que intentaron responder los asesores legales de los herederos de Picasso ante la aparición del electricista. La respuesta lleva a sospechar que los lienzos no fueron regalos de Picasso o de la última mujer de este, Jaqueline --fallecida en 1986--, como pretende Le Guenec. Aunque, de haber sido sustraídos, como se teme, el delito habría prescrito. "No tiene sentido que Picasso regalara tal cantidad de obras. El espectacular sistema de presentación evidencia que lo mínimo que podemos hacer es esperar que la policía aclare el asunto", declaró Jean Jacques Neuer, abogado de los seis herederos del pintor, que el 23 de septiembre presentaron una denuncia por "recelo". Ven inverosímil la versión del electricista, que hizo trabajos en las últimas residencias del pintor.